sábado, 28 de diciembre de 2013

Una cuestión de actitud

Estamos en fechas especiales y nos encontramos con diferentes actitudes frente a ellas. Unos “odian” la Navidad, otros dicen que son “indiferentes”, algunos despliegan todo su “espíritu Navideño” y disfrutan al máximo de las fiestas.

Lo mismo ocurre en la vida cotidiana si comparamos a personas diferentes que estén viviendo las mismas circunstancias. ¿Qué es lo que hace que unos superen con éxito las dificultades y otros se ahoguen en la misma situación? Sin duda, la actitud juega un papel relevante.

Incluso las investigaciones médicas de los últimos años indican que la actitud que tengamos frente a las cosas podría tener un enorme impacto en el funcionamiento del sistema inmunológico. Es decir, una actitud favorable puede ayudarnos a mejorar nuestra salud.

Si pensamos en gente a la que admiramos, ¿qué podríamos decir de su actitud?, ¿qué es lo que hacen para que los admiremos?

No es tan importante el problema, sino cómo te enfrentas al mismo, ¿te ocupas o te preocupas?, si esto lo extrapolamos al resto de acontecimientos de tu día a día, ¿cómo te relacionas con la vida?, ¿cómo te posicionas frente a ella?, ¿cómo es tu actitud? Abierta o cerrada, cercana o distante, de interés o desinterés…

Uno de mis personajes favoritos es “Sherlock Holmes”, de Sir Arthur Conan Doyle, y una de las cosas que quería hacer en estas Navidades era releer “Estudio en escarlata”. Me apetecía volver a sentir aquellas sensaciones que tenía cuando era niña y devoraba sus historias, meterme por completo en las mismas y sentir que estaba allí, pensando como él, investigando las escenas y llegando a conclusiones que nadie más podía ver gracias a su forma única de analizar los casos.

El momento elegido para comenzar el libro fue ayer por la mañana. Tenía que pasar la ITV del coche y suponía que tendría por delante una larga cola. Así fue. Dos horas y media de apasionante espera, sólo el sol radiante me recordaba que no estaba en medio de la niebla londinense. Y cual fue mi sorpresa, cuando en la introducción de los personajes, me encontré este regalo:

“- Busco alojamiento – repuso Watson – quiero ver si me las arreglo para vivir a un precio razonable.
- Cosa extraña – comentó Stamford – es usted la segunda persona que ha empleado esas palabras en el día de hoy.
- ¿Y quién fue la primera?
- Un tipo que está trabajando en el laboratorio de química, en el hospital. Andaba quejándose esta mañana de no tener a nadie con quien compartir ciertas habitaciones que ha encontrado, bonitas a lo que parece, si bien de precio demasiado abultado para su bolsillo.
- ¡Demonio!, si realmente está dispuesto a dividir el gasto y las habitaciones, soy el hombre que necesita. Prefiero tener un compañero antes que vivir solo.
- No conoce todavía a Sherlock Holmes, podría llegar a la conclusión de que no es exactamente el tipo de persona que a uno le gustaría tener siempre por vecino.
- ¿Si?, ¿qué habla en contra suya?
- Oh, en ningún momento he sostenido que haya nada contra él. Se trata de un hombre de ideas un tanto peculiares…, un entusiasta de algunas ramas de la ciencia. Hasta donde se me alcanza, no es mala persona.
- Naturalmente sigue la carrera médica – inquirió Watson.
- No… Nada sé de sus proyectos. Creo que anda versado en anatomía, y es un químico de primera clase; pero según mis informes, no ha asistido sistemáticamente a ningún curso de medicina. Persigue en el estudio rutas extremadamente dispares y excéntricas, si bien ha hecho acopio de una cantidad tal y tan desusada de conocimiento, que quedarían atónitos no pocos de sus profesores.
- ¿Le ha preguntado alguna vez qué se trae entre manos?
- No; no es hombre  que se deje llevar fácilmente a confidencias, aunque puede resultar comunicativo cuando está en vena.
- Me gustaría conocerle – dijo Watson – Si he de partir la vivienda con alguien, prefiero que sea persona tranquila y consagrada al estudio. No me siento aún lo bastante fuerte para sufrir mucho alboroto o una excesiva agitación. Afganistán me ha dispensado ambas cosas en grado suficiente para lo que me resta de vida. ¿Cómo podría entrar en contacto con este amigo de usted?
- Sepa exculparme si no llega a un acuerdo con él, nuestro trato se reduce a unos cuantos y ocasionales encuentros en el laboratorio. Ha sido usted quien ha propuesto este arreglo, de modo que quedo exento de toda responsabilidad.
- Si no congeniamos bastará que cada cual siga su camino. Me da la sensación, Stamford, de que tiene usted razones para querer lavarse las manos en este negocio. ¿Tan formidable es la destemplanza de nuestro hombre?
- No es cosa sencilla expresar lo inexpresable. Holmes posee un carácter demasiado científico para mi gusto… un carácter que raya en la frigidez. Me lo figuro ofreciendo a un amigo un pellizco del último alcaloide vegetal, no con malicia, entiéndame, sino por la pura curiosidad de investigar a la menuda sus efectos. Y si he de hacerle justicia, añadiré que en mi opinión lo engulliría él mismo con igual tranquilidad. Se diría que habita en su persona la pasión por el conocimiento detallado y preciso.
- Encomiable actitud.
- Y a veces extremosa…”

Es interesante ver cómo una misma actitud es valorada de diferentes modos según los jueces.

“Lo que resulta más sorprendente es que mi actitud depende de la manera en la que estoy valorando algo y esa valoración es la que afecta precisamente a mi forma de relacionarme con ese algo.” – Mario Alonso Puig.

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sábado, 30 de noviembre de 2013

El séptimo eje

Hace unos días, comiendo con unos compañeros de trabajo, fui testigo de una conversación muy interesante. El Director técnico estaba contando a su equipo de ingenieros la diferencia que, en su momento, marcó la introducción de un séptimo eje en los brazos robóticos. Aportaba un nuevo punto de torsión al brazo, lo que le permitía ser más versátil, llegar a sitios y recovecos que antes eran inalcanzables y, por lo tanto, poder realizar trabajos hasta el momento deseables pero imposibles para ese tipo de robots. Todo ello debido a su mayor flexibilidad.

¡La flexibilidad! Vemos que es importante hasta para los robots. Para nosotros no podía ser menos. Juega un papel relevante en el logro de un objetivo. En el caso del robot, suponía ser capaz de llegar a una zona concreta, para nosotros supone mayor adaptabilidad, cualidad fundamental para superar obstáculos en el camino.

La adaptabilidad a las nuevas condiciones que puedan surgir nos permitirá gestionar el cambio con mayores posibilidades de éxito, si además tenemos en cuenta que, como alguien dijo alguna vez, la única constante es el cambio, se convierte en una cualidad necesaria.

La flexibilidad evita la ruptura y permite ir hacia atrás para volver a avanzar, lo cual aporta mayor solidez (paradójicamente). Al ir hacia atrás, en este caso, podemos tener una nueva perspectiva que nos aporte mayor información, nueva luz sobre el territorio en el que queremos avanzar.

Alguien hace muchos años me dijo: “Marian, yo no doy un paso atrás ni para coger impulso”. ¿Tú tampoco lo darías? En aquel momento sentí que conseguir lo que ambos buscábamos chocaba conmigo, con mis valores fundamentales. Podía haber permanecido impasible y seguir avanzando hacia el abismo, haciendo caso omiso de lo que mi intuición me estaba diciendo, sin embargo, di un paso atrás para poder apartarme de ese camino y dejar que ese tren pasara de largo. La flexibilidad, en ese caso, me permitió dudar de mi misma, de si realmente quería lo que pensaba que quería, y me ayudó a tomar una decisión en contra de lo que deseaba hasta ese momento.

La flexibilidad te abre la mente, te aporta nuevas perspectivas que enriquecen tu campo de visión, te da libertad y te predispone al cambio. En definitiva, te ayuda a seguir evolucionando gracias al aprendizaje que te brinda.

Como en muchas de las cosas importantes de la vida, lo adecuado es encontrar el equilibrio. ¿Quieres aportar un rayo de luz a tu camino?


“Si decides ser flexible, te quitarás un enorme peso de encima al ver que nada está predeterminado y que puedes ser el último juez de tu conducta”- Walter Riso (Doctor en psicología, Magíster en Bioética y Especialista en Terapia Cognitiva).

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sábado, 26 de octubre de 2013

¿Quién eres tú?

Somos un cúmulo de distintos personajes: el miedoso, el atrevido, el explorador, el bromista, espontáneo, analítico, planificador, juguetón, serio, amable, brusco, impulsivo, indeciso, profesional, amoroso, el gruñón, el presumido, el solitario, el juez, el complaciente, competitivo, compasivo, holgazán…  La interrelación de todos ellos es lo que nos configura como personas, la interrelación es lo que aporta el valor añadido al conjunto.

Cada uno de ellos juega su papel en el momento en el que le corresponde y eso hace que nos comportemos de diferentes modos según la situación que percibamos. Nuestros comportamientos dependen de la realidad que creemos vivir. Creamos lo que creemos y esa creación se traduce en un comportamiento que, a su vez, por interacción con los demás, da lugar a nuevos comportamientos.

¿Sabemos adaptarnos a las diferentes situaciones o, por el contrario, nos comportamos siempre igual? ¿Actúas del mismo modo cuando estás con tus amigos que en el trabajo, con tu familia, con tu pareja?

Te invito a que identifiques a tus personajes. Etiquétalos y anota cuándo aparecen, te ayudarán a conocerte mejor. El primer paso, obsérvate a ti mismo en las diferentes situaciones.

El desarrollo de nuestras capacidades de comportamiento determina la calidad de nuestras relaciones así como nuestra evolución. ¿Qué es lo que te molesta del comportamiento de los demás? ¿Cómo reaccionas tú? Sólo podemos hacer que el comportamiento que nos irrita en los demás cambie si primero cambiamos nosotros el nuestro. Requisito imprescindible, ser conscientes. Si lo que haces no funciona, prueba a hacer algo diferente, deja que otro de tus personajes salga a la luz.

¿Cuál de ellos te boicotea más?, ¿cuál es el que te impide evolucionar?, ¿cuál está luchando por salir a la luz?

Quiero recordar que nuestros comportamientos están precedidos por emociones y éstas, como dice mi tocaya Marian Frías (psicóloga, sexóloga y coach), son un TESORO. Nos están diciendo cosas constantemente, si aprendemos a escucharlas, lograremos descifrar su código y utilizarlas en nuestra propia evolución.

¿Quién eres tú? ¿Eres quien te gustaría ser?

Nos componemos de una infinidad de personajes. Evolucionamos en función del surgimiento de personajes latentes que nos habitan. Estamos, por tanto, en un devenir y, todavía y siempre, por descubrir.”- Françoise Kourilsky.

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miércoles, 25 de septiembre de 2013

La intención positiva.


“Todo depende del color del cristal con que se mire”.  Seguro que lo habéis oído miles de veces, sin embargo, lo importante es ¿con qué color lo miras tú?

“Busca la intención positiva”, otra expresión que últimamente no paro de escuchar. Todo lo que te sucede tiene un trasfondo positivo. ¿Todo, todo?, pensé la primera vez que me lo dijeron a mí. Sin embargo, la segunda fue distinto. La segunda vez me lo preguntaron, ¿cuál  es la intención positiva de que te sientas así? He de confesar que me quedé estupefacta. ¿Estas loco?, pensé, ¿cómo va a tener esto algo de bueno? Sin embargo, lo tenía y, tras un rato escuchando el eco de la pregunta en mi cabeza, me di cuenta de que de no haber sido por las circunstancias, que yo consideraba tan nefastas, probablemente no hubiera estado haciendo lo que hacía en aquel momento, que no era otra cosa que formarme como COACH. Esa era la intención positiva.

De esto hace un año. Hoy puedo decir que, GRACIAS A LAS CIRCUNSTANCIAS, he ampliado mi ángulo de visión, me he enriquecido personal y profesionalmente y he ampliado mi zona de confort. He aprendido a ser consciente, a vivir plenamente el aquí y el ahora y a NO JUZGAR ni a los demás, ni a mí misma (aunque no siempre lo consiga). Hoy asumo totalmente la responsabilidad de mis actos y tomo decisiones con libertad. He descubierto que tengo un aliado infalible, que siempre ha estado ahí aunque no le prestara suficiente atención. Que me hablaba alto y claro aunque me empeñara en no hacerle caso. Hoy se que escuchar sus mensajes me sentará muy bien. Hoy se que actuar en línea con ellos tendrá recompensa: la autenticidad. Este aliado no es otro que el corazón.

GRACIAS A LAS CIRCUNSTANCIAS por reorientar mi espíritu inconformista, por conectarlo con mi espíritu de mejora (la intención positiva) por ser el caldo de cultivo de mi reinvención. Gracias por permitirme seguir evolucionando. Gracias por enseñarme a aprender.

“El principio de intención positiva establece lo que es necesario para ser capaz de cambiar un comportamiento de forma permanente, o resolver un síntoma o resistencia. El principio de intención positiva trata temas de cambio, curación y ecología más que de moralidad o justicia. Se refiere más al futuro que al pasado. El principio de intención positiva simplemente afirma que la curación o corrección asociativa supone añadir más elecciones al modelo del mundo empobrecido del individuo. Estas nuevas elecciones deberían ser capaces de satisfacer la intención positiva o propósito que el individuo (conscientemente o inconscientemente) está intentando satisfacer, pero sin tener las consecuencias negativas o patológicas del comportamiento o síntoma problemático.” – Roberto Dilts.

¿Qué tal si vas en busca de la intención positiva? Puede ser el “efecto placebo” que necesitas.                        

Recuerda, lo bueno de la oscuridad es que te permite  ver las estrellas.

“La manera en que nos sentimos depende en gran medida de cómo anticipamos que nos sentiremos”- Irving Kirsch.

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viernes, 30 de agosto de 2013

¿Soñador, realista, crítico?

¿Con cuál te identificas?, ¿cuál tiene mayor peso en ti?

Todos tenemos esas tres facetas, sólo tenemos que recordar en qué momentos damos rienda suelta a una u otra.

¿Qué ocurre cuando sale el soñador? Tu imaginación no tiene límites, estás lleno de energía, puedes con todo, cualquier reto es asequible, te imaginas consiguiéndolo y disfrutas de esa visión. Una visión generalmente a largo plazo. Piensas a lo grande y se te ocurren diferentes alternativas. Te conviertes en una criatura totalmente creativa. Sientes el poder.
Fíjate en tu postura, ¿cómo es en esos momentos de ensoñación? Seguramente tu mirada se dirigirá hacia arriba, perdida en el más allá, traspasando fronteras para conquistar nuevos territorios. Tienes afán de expansión, de crecimiento y tu cuerpo así lo manifiesta. Eres grande y poderoso.

El realista. Este quiere que seas práctico. Te dice: “muy bien, eso es lo que quieres, puedes conseguirlo, ¿cómo vas a hacerlo?”. Este enfoque hace que te centres en los pequeños pasos que debes dar, en ir definiendo el plan de acción a llevar a cabo en el corto plazo. Sigues mirando al futuro, pero un futuro más inmediato.
En este caso estás más sereno, más reflexivo y pensativo. Analizas la realidad que te rodea y el nuevo campo a explorar, te informas, buscas, exploras el territorio. Sientes la acción, pero con los pies en la tierra.

Ahora llega el crítico, el aguafiestas… Quién no se ha sentido así alguna vez y quién no ha tenido que lidiar con alguno en ciertas ocasiones… Aquí se cuestiona todo, se ven los problemas por encima de lo demás, cada obstáculo es el foco.  Aparecen los “peros”… Sin embargo, su función es advertir de los problemas para que puedas ocuparte de ellos. ¡Qué bien que los hayas visto ahora!, ¿verdad?
En un principio puedes llegar a sentirte arrugado, pequeño, desmotivado. ¡Cuántos problemas que no había previsto! El gesto más común es el de acariciar la barbilla, tocarte la cara ladeando la cabeza… ¿qué haces tú cuando interpretas este papel?

Como en tantas otras cosas, el equilibro es lo adecuado, las tres facetas son necesarias si quieres avanzar, si quieres cambiar, si quieres conseguir tus retos, si quieres evolucionar.

¿Qué sería cada uno de ellos sin los demás? Voy a aprovechar lo que nos dice Robert Dilts:

Un soñador sin un realista y un crítico es eso: un soñador. (Seguro que alguna vez hemos escuchado eso de “eres un flipao”…, por supuesto nos lo dice un crítico, puede que incluso un realista).
Un realista sin un soñador y un crítico sería un robot.
Un crítico sin un soñador y un realista es el típico aguafiestas.
Un soñador y un realista sin un crítico son un departamento de Investigación y Desarrollo: producen muchos prototipos, pero sin los criterios de calidad necesarios para tener éxito.
Un realista y un crítico sin un soñador son una burocracia
Un soñador y un crítico sin un realista son una montaña rusa maníaco-depresiva.

¿Os habéis fijado? Cada uno tiene su función:
El soñador ayuda a concebir nuevas ideas y nuevos retos.
El realista ayuda a concretar esas ideas, a planificar.
El crítico nos da la calidad del resultado. ¡La excelencia!

¿Hay alguna faceta que quieras potenciar?

“Para crear lo fantástico, primero debemos entender lo real”- Walt Disney.

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lunes, 29 de julio de 2013

Reinventarse

Es posible que alguno de vosotros esté pensando en reinventarse, en dar un nuevo rumbo a su vida. Si es así, ¡bienvenido!

Me encuentro con gente en esta situación centrándose en los “por qués”,  “quiero dar un nuevo rumbo a mi vida porque estoy harto, porque las circunstancias me obligan, porque mi jefe…”. Perfecto, cada uno de nosotros tenemos nuestras circunstancias, ¿qué tal si nos centramos en otro aspecto fundamental para lograrlo?: ¿QUÉ NECESITO PARA REINVENTARME?

En este último año, he sido consciente de lo que, para mí, es la receta de oro:

SABER + QUERER + HACER

Saber qué queremos ser, a qué nos queremos dedicar, cómo nos gustaría vivir, cómo nos gustaría que fuera una relación, qué nos hace felices, etc.…
                                                   
Querer hacerlo. Desearlo en nuestro fuero interno. Es algo nuestro, no de los demás. Un anhelo personal que nos llevará a ser más felices. A vivir en consonancia con lo que somos.

Y, finalmente, hacer. Pasar a la acción. De nada sirve saber lo que queremos si no lo ponemos en práctica.

Los tres son fundamentales, el uno sin el otro no produce el cambio deseado.  Podemos dedicarnos a soñar con reinventarnos o REINVENTARNOS.

Una herramienta muy apropiada para llevar a cabo este cambio es el coaching. El coaching es un proceso. Un proceso de cambio que puede tener un impacto muy poderoso en el logro de nuestros objetivos y, por lo tanto, en seguir evolucionando.

En este proceso intervienen dos personas: El coach, persona que guía el proceso, y el coachee, quien acude a él para conseguir su objetivo.

¿Cómo se desarrolla este proceso? Se favorece un espacio y un momento para la reflexión, mediante preguntas poderosas, y otras herramientas propias del coaching. Con esta reflexión se potencia la toma de conciencia. Toma de conciencia de quiénes queremos ser y dónde queremos estar y, para lograrlo, de quienes somos, dónde estamos y qué necesitamos para conseguir lo que deseamos. Es, por tanto, un proceso de aprendizaje. Pero no un aprendizaje al uso, sino un aprendizaje sobre nosotros mismos y nuestras capacidades para el cambio. Para gestionar adecuadamente el cambio que queremos llevar a cabo en nuestras vidas.

Hasta aquí, tratamos el SABER.

Quiero remarcar que, en un proceso de coaching, no nos dedicamos únicamente a reflexionar, esto es muy importante, sino que, además, se define un plan de acción. El plan de acción personalizado que cada uno de nosotros necesita para alcanzar sus objetivos. Y digo personalizado, ya que cada uno de nosotros es único, lo que puede ser bueno para otro, puede que no lo sea tanto para mí. Cada uno tenemos nuestras creencias, principios y valores. Nuestra forma particular de ver el mundo. Nuestro mapa del tesoro. Pero el mapa ¡no es el territorio! El territorio es más amplio que el mapa, tiene más matices, tiene diferentes perspectivas, tiene más alternativas. El coach ayudará al coachee a abrir su mente para que pueda ver el territorio, no sólo el mapa.

El coach nunca va a dar instrucciones al coachee, no va a decirle lo que tiene o no que hacer, va a alumbrar los recovecos del camino, pero no le dirá qué sendero debe tomar. Las decisiones se toman por el coachee, en función de sus creencias y valores.

Acabamos de ver el HACER.

Para que un proceso de coaching tenga éxito es requisito fundamental que el coachee esté totalmente  comprometido con él, con las acciones que forman parte del plan de acción. Si no las lleva a cabo, el proceso no tendrá éxito.

Coaching no es sinónimo de magia. Aquí los resultados no caen del cielo. Son fruto del esfuerzo y la responsabilidad del coach y del coachee.

Vemos, por tanto, la importancia del QUERER.

Finalmente, es fundamental ser honesto y estar dispuesto a confrontar las propias creencias y valores, es decir, a transformar las creencias limitantes en potenciadoras. Para eso, es necesario tener la mente abierta, ya que, aprender es modificar nuestra conducta y hemos dicho que el coaching es un proceso de aprendizaje para el cambio.

“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”. Charles Darwin.

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domingo, 23 de junio de 2013

In-tueri

Intuición, del latín “In-tueri”, ver en el interior.

Aparece cuando percibimos la verdad sobre algo sin explicación alguna. La esencia de las cosas. Simplemente lo sabemos, lo sentimos, algo en nuestro interior nos dice que es así. Nos sentimos iluminados, tenemos una visión clara sobre lo que queremos. Sabemos que si la seguimos nos sentiremos liberados y realizados.

Nos anima a decidir en un sentido u otro, pero no nos condiciona, no nos obliga, no nos impone. No nos hará decidir algo malo para nosotros.

No es una emoción, no es una opinión. Es más, puede que ante la elección intuitiva sintamos miedo. Miedo a hacer, miedo a arriesgarnos, al qué dirán…, pero la característica del impulso intuitivo es que, a pesar del miedo, la intuición te dice que quieres hacerlo, quieres arriesgarte, quieres experimentar.

Es una guía en nuestra conducta. El sexto sentido… “algo me dice que…”.

Según Henry Bergson (filósofo francés 1859-1941) el verdadero conocimiento de la continuidad de la vida nos lo da la intuición, gracias a la memoria que él llama pura o espiritual. La idea de proceso, de evolución, es central en el trabajo de Bergson. La evolución va de dentro a fuera, según él, siguiendo una fuerza interior, un impulso intuitivo, que hace que sucedan las cosas.
             
Para Bergson, por tanto, la intuición obedece al conocimiento que surge de la percepción que cada individuo tenga de su realidad psíquica, dependerá del tipo de experiencias reales que haya tenido. Es algo subjetivo, propio de cada individuo.

Estudios más recientes nos dicen que no sólo hay neuronas en el cerebro, sino que también se encuentran en el corazón, el intestino y los genitales…

El corazón tiene un sistema nerviosos independiente, bien desarrollado, que envía información al cerebro de forma rápida, de naturaleza intuitiva, incluso, según Howard Martin (uno de los pioneros en el estudio de la coherencia cardiaca), existiría una conexión espiritual a través del corazón.

Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia, comenta en un entrevista realizada por La Vanguarda.com “…el cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tienen una percepción exacta de la realidad…”. (Si quieres echarle un vistazo, puedes hacerlo aquí).

¿Cabe, entonces, interpretar que la intuición no depende de experiencias pasadas, sino que es una iluminación directa del corazón influida por su propia inteligencia independiente?

 ¿Qué te sale de dentro? Es tu corazón quien te habla, quien opina también. No olvides tenerlo en cuenta. Escucha a tu corazón.

Parece pues, que si tenemos en cuenta lo que nos dice nuestra intuición a la hora de tomar una decisión, ésta será la adecuada para nosotros.

Para estar en conexión con ella, uno de los requisitos imprescindibles es estar dispuestos a navegar en nuestro interior.

¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que te motiva? Vemos de nuevo la importancia de conocerse a uno mismo, de ser conscientes de lo que sentimos, queremos y hacemos. Descubriendo nuestra motivación y, no menos importante, aceptándola, seguro tomaremos decisiones adecuadas, decisiones que nos harán sentir bien y nos acercarán a lo que queremos.

“Probamos por medio de la lógica, pero descubrimos por medio de la intuición”. Henri Poincairé, matemático y filósofo francés.


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sábado, 11 de mayo de 2013

No existe el FRACASO sino experiencia y APRENDIZAJE

La primera vez que me dijeron “Marian, no existe el fracaso, sino aprendizaje”, me quedé epatada. Qué forma más sencilla de ver las cosas, pensé. Y ahora, además, veo que no sólo es sencilla, sino enriquecedora. Se trata de analizar los resultados desde otro punto de vista, un punto de vista que aporta, que da luz, que abre la mente, que motiva a seguir intentándolo.


Imagina, por un momento, cómo habrías vivido aquellos resultados no deseados si en lugar de fijarte únicamente en el resultado, te hubieras fijado en todo lo que aprendiste en el proceso. Si hubieras cambiado tu foco de atención hacia lo que ese intento te había aportado en lugar de centrarte en lo que no habías conseguido. Probablemente tu percepción sería más positiva y tus ganas de volver a intentarlo seguirían existiendo, mientras que cuando nos centramos en el resultado negativo, nos hundimos, nos machacamos, nos juzgamos, nos encasillamos, nos desvalorizamos y, desde ese estado, es muy difícil que volvamos a intentarlo y, por supuesto, que podamos obtener el resultado perseguido.


Para ilustrar la importancia de relativizar y vivir el aprendizaje, a continuación te pongo unos ejemplos de fracasos de famosos:


Thomas Alva Edison. Un día salió del colegio llorando, sus maestros le habían dicho que era “estéril e improductivo”. Cuando inventó la lámpara incandescente, realizó más de dos mil experimentos hasta lograr que funcionara. Un joven periodista le preguntó qué había sentido con tantos fracasos. Él respondió: "No fracasé ni una sola vez. Sólo fue un proceso de dos mil pasos”. Patentó más de 1.000 inventos durante su vida adulta. (Wikipedia).


Walt Disney e Iwerks fundaron una compañía llamada "Iwerks-Disney Commercial Artists" en enero de 1920, no consiguieron demasiados clientes y tuvieron que abandonar. Después de dos años en Film Ad, Disney creyó que había adquirido la experiencia suficiente como para emprender un nuevo negocio por su cuenta. En 1922, fundó la empresa Laugh-O-Gram Films, Inc., dedicada a realizar cortometrajes animados. Tras crear su último corto, la mezcla de acción real y animación Alice's Wonderland, el estudio se declaró en bancarrota, en junio de 1923. Llegó a Los Ángeles y recorrió sin éxito todos los estudios buscando trabajo, al no encontrarlo, optó por volver a intentarlo con la animación. Su primer estudio en Hollywood fue un garaje en casa de su tío Robert, convenció a su hermano Roy para que se encargase de la gestión económica del estudio. Este fue el comienzo del Disney Brothers' Studio, el germen de la futura The Walt Disney Company. (Wikipedia).


Albert Einstein. No empezó a hablar hasta los 3 años. A los 15, un profesor le dijo que “nunca conseguiría nada en la vida”. Su tío, Jacob Einstein, un ingeniero con gran inventiva e ideas, incentivó sus inquietudes científicas proporcionándole libros de ciencia. Ya en la edad adulta, un grupo de enemigos de sus teorías, en la Alemania Nazi, llegó a crear una asociación en su contra, e incluso un hombre fue acusado de promover su asesinato. Por si fuera poco, se publicó un libro titulado Cien autores en contra de Einstein,  a lo que él se limitó a decir: "¿Por qué cien? Si estuviera equivocado, bastaría con uno solo” (Wikipedia).


Auguste Rodin: Tras una época en la que asistió a las clases de dibujo y modelado de la École Impériale de Dessin, y tras haber suspendido el examen de ingreso en la École des Beaux-Arts, el artista se formó por su cuenta y refinó su técnica trabajando como cantero para una serie de talleres de decoración ( Museo Thyssen).  Dio un nuevo rumbo a la concepción del monumento y la escultura pública. Debido a esto, ha sido denominado en la Historia del Arte como el primer moderno. (Wikipedia).


Woody Allen. A finales de 1953, ingresó en la Universidad de Nueva York, donde, entre otras materias, cursaba Producción cinematográfica. Uno de los profesores le dijo alguna vez “no eres material de Universidad. Creo que tendrías que recibir ayuda psiquiátrica, porque me parece que no tendrás mucha suerte para encontrar trabajo…” Actualmente es director, guionista, actor, músico, dramaturgo, humorista y escritor. Ganador del premio Óscar en cinco ocasiones. Es uno de los directores más respetados, influyentes y prolíficos de la era moderna. (Wikipedia).

Jimmy Hendrix. Aprendió practicando constantemente, mirando cómo tocaban otros músicos más experimentados como B.B. King. A los 16 años, su única calificación baja en la escuela fue una F en clase de música. En el año 2003, la revista Rolling Stone lo eligió como el mejor guitarrista de todos los tiempos y en 2004 lo incluyó en su lista de los mejores artistas de toda la historia (nº 6). En 2009, la revista estadounidense Time lo situó como el mejor guitarrista de guitarra eléctrica de la historia, por delante de B.B. King, Chuck Berry, Jimmy Page, Keith Richards y Eric Clapton, entre otros.


Como decía Samuel Beckett, “da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.”


Ahora, para que disfrutes del aprendizaje de uno de ellos, te dejo este enlace: 

Sube el volumen y siéntelo…

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lunes, 1 de abril de 2013

Ser consciente

Ser consciente, tan importante y tan poco considerado. Aquí me voy a referir a ser consciente de uno mismo, de nuestros propios actos, de nuestros pensamientos, de cómo somos hoy y cómo queremos ser mañana.

Lo primero que hemos de hacer cuando queremos modificar nuestro comportamiento es saber qué origina dicho comportamiento, para ello es fundamental que nos observemos, que comprendamos nuestras reacciones y que aprendamos algo de ellas.

¿Qué significa observarnos? Significa dedicarnos tiempo. Significa vivir el presente, aquí y ahora, con todos los sentidos puestos en ello, concentrados. De este modo, podremos descubrir cuáles son los desencadenantes de nuestras emociones y la reacción impulsiva que de ellos se desprende. Observar cómo escuchamos, cómo percibimos los estímulos, cómo los procesamos (juzgamos, relativizamos, aprendemos, dogmatizamos, censuramos, encasillamos…), cómo reaccionamos, cómo manifestamos nuestras emociones y nuestras acciones. Cómo nos comportamos.

Para ser capaces de observar todos esos aspectos que nos conforman tal y como somos hoy en día, hemos de esforzarnos mucho en estar atentos, en no poner el piloto automático. Debemos fijarnos más en cómo los acontecimientos producen efectos en nosotros mismos que en los acontecimientos en sí.

Con la observación viene el aprendizaje, en este caso, sobre nosotros mismos. Comenzamos a comprender cómo son nuestros mecanismos de respuesta y, si no nos gustan, podemos empezar a cuestionarlos para cambiarlos. Es fundamental tomarse tiempo y practicar nuevas respuestas, las deseadas, para integrarlas en nuestro comportamiento hasta que las no deseadas queden desechadas por obsoletas y/o entorpecedoras en el logro de nuestros objetivos. Este aprendizaje es fundamental para adaptarnos al cambio y nos aportaría regulación emocional.

Por ejemplo, cuando experimentamos un estado de ansiedad, notamos una elevada tensión muscular. Dicha tensión muscular se produce automáticamente y de modo involuntario. Es la respuesta fisiológica de un estado de alarma, lucha, huida o emergencia, pero podemos aprender a controlarla voluntariamente (como cuando regulamos nuestra respiración). Si queremos salir de ese estado de ansiedad y lograr la relajación, hemos de centrarnos en la tensión muscular (requisito imprescindible: ser consciente de que tenemos dicha tensión muscular y de que estamos ansiosos) para perseguir una disminución de la misma. Para ello podemos hacer diferentes ejercicios físicos que nos ayuden a relajar la musculatura, esto activará una serie de mecanismos en nuestro sistema nervioso, logrando, a su vez, una sensación de relajación que sustituirá el estado inicial de ansiedad.

Por tanto, tomar conciencia de nosotros mismos nos ayuda a adaptarnos a los cambios para evolucionar hacia aquello que queremos ser y, de ese modo, lograr aquello que queremos conseguir. A descubrir nuestra esencia y darle la oportunidad de manifestarse. En ocasiones necesitamos a alguien que sea el espejo en el que mirarnos para obtener una imagen fiel de nosotros mismos (un coach podría hacer ese papel).

Este proceso ha de llevarse a cabo desde la humildad del aprendiz, la coherencia con uno mismo y el respeto a nosotros mismos, y a los demás.

Ese mejor conocimiento de nosotros mismos nos proporcionará mayor iniciativa que nos brindará más libertad de acción. Pero ojo, esa iniciativa ha de ir emparejada con conocimiento.

“Aprender, recordar y experimentar es nuestro don como seres humanos. Este proceso nos cambia para siempre. Dejar de aprender es dejar de cambiar. Nuestro cambio es nuestra evolución”. Dr. Joe Dispenza (bioquímico).

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domingo, 24 de febrero de 2013

Creas lo que crees

Las creencias juegan un papel determinante en nuestro comportamiento debido a que provocan determinadas actitudes, estados fisiológicos y emocionales.


Según David Burns, existen distorsiones cognitivas que nos llevan a tener creencias limitantes. Veamos algunas de esas distorsiones:



1.     Pensamiento dicotómico. Pensamientos de todo o nada, de blanco o negro, de está bien o mal. Este tipo de pensamientos son la base del perfeccionismo. Limitan el comportamiento por miedo a cometer errores, ya que los errores, en este caso, hacen que la persona se considere una perdedora.

2.     Generalización excesiva. Cuando ocurre esto, se llega a la conclusión extrema de que aquello que nos ha sucedido una vez nos sucederá ya por siempre jamás. Esto limitará inevitablemente nuestro comportamiento porque: “para qué voy a intentarlo si ya me han rechazado una vez. NO sirvo para esto, NO gusto, NADIE me quiere”. Damos por hecho que todo el mundo va a reaccionar de la misma forma ante nosotros y nuestras circunstancias, cuando no es así.

3.     Abstracción selectiva. En este caso, se hace un filtro mental de los aspectos negativos de cualquier situación, pasando por alto los positivos. Como el caso de una chica que, tras salir de un examen, estando segura de que había fallado 17 preguntas de 100, llegó hasta tal punto a obsesionarse con esos  fallos que pensó que la iban a suspender. Cuando recibió las correcciones había una nota que le decía “enhorabuena, ha obtenido usted 83 aciertos, sin duda la nota más alta de este año”.

4.     Alquimia al revés. Consiste en descalificar lo positivo, transformándolo rápidamente en algo negativo. Esta es una de las formas más destructivas de la distorsión cognitiva. La consecuencia es una inmensa tristeza y la incapacidad de apreciar lo bueno que nos sucede.

5.     Conclusiones apresuradas. Porque creemos tener la capacidad de leer el pensamiento del resto de mortales y nos creemos adivinos. Cuando estas conclusiones son de tipo negativo la reacción puede ser pasiva o de contraataque, ambas influyen en nuestras relaciones con los demás.

6.     Magnificación y minimización. La magnificación es el arte de convertir hechos negativos comunes en catástrofes, por ejemplo al cometer algún error. Sin embargo, la minimización consiste en quitar importancia a nuestras cualidades, generalmente a las buenas, lo que sin duda nos hará sentir inferiores.

7.     Razonamiento emocional. “Me siento como un inútil, de modo que soy un inútil”. Este razonamiento no es correcto ya que los sentimientos son un reflejo de nuestros pensamientos y creencias. Si nuestros pensamientos y creencias están distorsionados, las emociones no tendrán validez, eso no quiere decir que no las sintamos, sino que no responden a la realidad. La consecuencia de este razonamiento emocional es la dilación en el tiempo de las acciones.

8.     Los “debería…”. Los utilizamos para motivarnos, sin embargo son expresiones de deber y obligación y tienen el efecto contrario. Si no logramos cumplir nuestras propias normas, el resultado es autoaversión, vergüenza, culpa. Si los utilizamos para marcar el comportamiento de los demás, es decir: “fulanito debería hacer tal o cual”, y los demás no lo hacen, nos sentiremos frustrados y amargados.

9.     Etiquetación. Además de ser contraproducente es irracional ya que no somos algo estático, sino dinámico, por lo tanto, encasillarnos dentro de una etiqueta nos limita. Si lo que hacemos es etiquetar a otras personas, acabaremos generando hostilidad.

10. Personalización. Asumir la responsabilidad de aquellas consecuencias negativas de actos que no nos corresponden, nos lleva a la culpa paralizante. Proviene de la distorsión entre tener influencia sobre otros o tener el control sobre los demás. Se puede tener influencia, pero no el control, por lo tanto asumir la responsabilidad de los actos de otros es cargarse con algo que no corresponde. “Por ejemplo, el caso de un terapeuta que se siente responsable de que su paciente no esté trabajando con más interés para ayudarse. El paciente no está haciendo las tareas, no es que él no sea un buen terapeuta”.

¿Te sientes identificado con alguna de ellas? En ese caso tus creencias limitantes están afectando a tu comportamiento. Veamos, con un esquema, en qué fase de nuestro comportamiento actúan las creencias:


                      
Nuestro cerebro percibe, a través de los sentidos, acontecimientos que, según nuestras creencias, pensamientos, expectativas, deseos, objetivos…, son valorados y construyen una emoción, que a través de respuestas neurofisiológicas, conductuales y cognitivas, configuran nuestras acciones. Inevitablemente, todas y cada una de nuestras acciones tienen consecuencias que, a su vez, conformarán una nueva experiencia que ayudará a valorar el próximo acontecimiento, formándose así un círculo.    La única manera de afectar al círculo es mediante nuestras:

§          Creencias, conclusiones a las que llegamos.
§          Pensamientos, a través del diálogo interno.
§          Expectativas, según nuestro conocimiento de los acontecimientos.
§          Deseos, ¿cómo se ven afectados por los acontecimientos?
§          Objetivos, ¿cómo afectan estos acontecimientos al logro de nuestros objetivos?

Para ello, inevitablemente, hemos de ser conscientes de esos elementos que ayudan a valorar los diferentes acontecimientos que tienen lugar en nuestras vidas. Sobre todo, si lo que hacen es impedirnos avanzar hacia donde queremos.

“Aprender sin pensar es trabajo perdido; pensar sin aprender es peligroso”- Confucio.

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