domingo, 24 de febrero de 2013

Creas lo que crees

Las creencias juegan un papel determinante en nuestro comportamiento debido a que provocan determinadas actitudes, estados fisiológicos y emocionales.


Según David Burns, existen distorsiones cognitivas que nos llevan a tener creencias limitantes. Veamos algunas de esas distorsiones:



1.     Pensamiento dicotómico. Pensamientos de todo o nada, de blanco o negro, de está bien o mal. Este tipo de pensamientos son la base del perfeccionismo. Limitan el comportamiento por miedo a cometer errores, ya que los errores, en este caso, hacen que la persona se considere una perdedora.

2.     Generalización excesiva. Cuando ocurre esto, se llega a la conclusión extrema de que aquello que nos ha sucedido una vez nos sucederá ya por siempre jamás. Esto limitará inevitablemente nuestro comportamiento porque: “para qué voy a intentarlo si ya me han rechazado una vez. NO sirvo para esto, NO gusto, NADIE me quiere”. Damos por hecho que todo el mundo va a reaccionar de la misma forma ante nosotros y nuestras circunstancias, cuando no es así.

3.     Abstracción selectiva. En este caso, se hace un filtro mental de los aspectos negativos de cualquier situación, pasando por alto los positivos. Como el caso de una chica que, tras salir de un examen, estando segura de que había fallado 17 preguntas de 100, llegó hasta tal punto a obsesionarse con esos  fallos que pensó que la iban a suspender. Cuando recibió las correcciones había una nota que le decía “enhorabuena, ha obtenido usted 83 aciertos, sin duda la nota más alta de este año”.

4.     Alquimia al revés. Consiste en descalificar lo positivo, transformándolo rápidamente en algo negativo. Esta es una de las formas más destructivas de la distorsión cognitiva. La consecuencia es una inmensa tristeza y la incapacidad de apreciar lo bueno que nos sucede.

5.     Conclusiones apresuradas. Porque creemos tener la capacidad de leer el pensamiento del resto de mortales y nos creemos adivinos. Cuando estas conclusiones son de tipo negativo la reacción puede ser pasiva o de contraataque, ambas influyen en nuestras relaciones con los demás.

6.     Magnificación y minimización. La magnificación es el arte de convertir hechos negativos comunes en catástrofes, por ejemplo al cometer algún error. Sin embargo, la minimización consiste en quitar importancia a nuestras cualidades, generalmente a las buenas, lo que sin duda nos hará sentir inferiores.

7.     Razonamiento emocional. “Me siento como un inútil, de modo que soy un inútil”. Este razonamiento no es correcto ya que los sentimientos son un reflejo de nuestros pensamientos y creencias. Si nuestros pensamientos y creencias están distorsionados, las emociones no tendrán validez, eso no quiere decir que no las sintamos, sino que no responden a la realidad. La consecuencia de este razonamiento emocional es la dilación en el tiempo de las acciones.

8.     Los “debería…”. Los utilizamos para motivarnos, sin embargo son expresiones de deber y obligación y tienen el efecto contrario. Si no logramos cumplir nuestras propias normas, el resultado es autoaversión, vergüenza, culpa. Si los utilizamos para marcar el comportamiento de los demás, es decir: “fulanito debería hacer tal o cual”, y los demás no lo hacen, nos sentiremos frustrados y amargados.

9.     Etiquetación. Además de ser contraproducente es irracional ya que no somos algo estático, sino dinámico, por lo tanto, encasillarnos dentro de una etiqueta nos limita. Si lo que hacemos es etiquetar a otras personas, acabaremos generando hostilidad.

10. Personalización. Asumir la responsabilidad de aquellas consecuencias negativas de actos que no nos corresponden, nos lleva a la culpa paralizante. Proviene de la distorsión entre tener influencia sobre otros o tener el control sobre los demás. Se puede tener influencia, pero no el control, por lo tanto asumir la responsabilidad de los actos de otros es cargarse con algo que no corresponde. “Por ejemplo, el caso de un terapeuta que se siente responsable de que su paciente no esté trabajando con más interés para ayudarse. El paciente no está haciendo las tareas, no es que él no sea un buen terapeuta”.

¿Te sientes identificado con alguna de ellas? En ese caso tus creencias limitantes están afectando a tu comportamiento. Veamos, con un esquema, en qué fase de nuestro comportamiento actúan las creencias:


                      
Nuestro cerebro percibe, a través de los sentidos, acontecimientos que, según nuestras creencias, pensamientos, expectativas, deseos, objetivos…, son valorados y construyen una emoción, que a través de respuestas neurofisiológicas, conductuales y cognitivas, configuran nuestras acciones. Inevitablemente, todas y cada una de nuestras acciones tienen consecuencias que, a su vez, conformarán una nueva experiencia que ayudará a valorar el próximo acontecimiento, formándose así un círculo.    La única manera de afectar al círculo es mediante nuestras:

§          Creencias, conclusiones a las que llegamos.
§          Pensamientos, a través del diálogo interno.
§          Expectativas, según nuestro conocimiento de los acontecimientos.
§          Deseos, ¿cómo se ven afectados por los acontecimientos?
§          Objetivos, ¿cómo afectan estos acontecimientos al logro de nuestros objetivos?

Para ello, inevitablemente, hemos de ser conscientes de esos elementos que ayudan a valorar los diferentes acontecimientos que tienen lugar en nuestras vidas. Sobre todo, si lo que hacen es impedirnos avanzar hacia donde queremos.

“Aprender sin pensar es trabajo perdido; pensar sin aprender es peligroso”- Confucio.

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