lunes, 29 de julio de 2013

Reinventarse

Es posible que alguno de vosotros esté pensando en reinventarse, en dar un nuevo rumbo a su vida. Si es así, ¡bienvenido!

Me encuentro con gente en esta situación centrándose en los “por qués”,  “quiero dar un nuevo rumbo a mi vida porque estoy harto, porque las circunstancias me obligan, porque mi jefe…”. Perfecto, cada uno de nosotros tenemos nuestras circunstancias, ¿qué tal si nos centramos en otro aspecto fundamental para lograrlo?: ¿QUÉ NECESITO PARA REINVENTARME?

En este último año, he sido consciente de lo que, para mí, es la receta de oro:

SABER + QUERER + HACER

Saber qué queremos ser, a qué nos queremos dedicar, cómo nos gustaría vivir, cómo nos gustaría que fuera una relación, qué nos hace felices, etc.…
                                                   
Querer hacerlo. Desearlo en nuestro fuero interno. Es algo nuestro, no de los demás. Un anhelo personal que nos llevará a ser más felices. A vivir en consonancia con lo que somos.

Y, finalmente, hacer. Pasar a la acción. De nada sirve saber lo que queremos si no lo ponemos en práctica.

Los tres son fundamentales, el uno sin el otro no produce el cambio deseado.  Podemos dedicarnos a soñar con reinventarnos o REINVENTARNOS.

Una herramienta muy apropiada para llevar a cabo este cambio es el coaching. El coaching es un proceso. Un proceso de cambio que puede tener un impacto muy poderoso en el logro de nuestros objetivos y, por lo tanto, en seguir evolucionando.

En este proceso intervienen dos personas: El coach, persona que guía el proceso, y el coachee, quien acude a él para conseguir su objetivo.

¿Cómo se desarrolla este proceso? Se favorece un espacio y un momento para la reflexión, mediante preguntas poderosas, y otras herramientas propias del coaching. Con esta reflexión se potencia la toma de conciencia. Toma de conciencia de quiénes queremos ser y dónde queremos estar y, para lograrlo, de quienes somos, dónde estamos y qué necesitamos para conseguir lo que deseamos. Es, por tanto, un proceso de aprendizaje. Pero no un aprendizaje al uso, sino un aprendizaje sobre nosotros mismos y nuestras capacidades para el cambio. Para gestionar adecuadamente el cambio que queremos llevar a cabo en nuestras vidas.

Hasta aquí, tratamos el SABER.

Quiero remarcar que, en un proceso de coaching, no nos dedicamos únicamente a reflexionar, esto es muy importante, sino que, además, se define un plan de acción. El plan de acción personalizado que cada uno de nosotros necesita para alcanzar sus objetivos. Y digo personalizado, ya que cada uno de nosotros es único, lo que puede ser bueno para otro, puede que no lo sea tanto para mí. Cada uno tenemos nuestras creencias, principios y valores. Nuestra forma particular de ver el mundo. Nuestro mapa del tesoro. Pero el mapa ¡no es el territorio! El territorio es más amplio que el mapa, tiene más matices, tiene diferentes perspectivas, tiene más alternativas. El coach ayudará al coachee a abrir su mente para que pueda ver el territorio, no sólo el mapa.

El coach nunca va a dar instrucciones al coachee, no va a decirle lo que tiene o no que hacer, va a alumbrar los recovecos del camino, pero no le dirá qué sendero debe tomar. Las decisiones se toman por el coachee, en función de sus creencias y valores.

Acabamos de ver el HACER.

Para que un proceso de coaching tenga éxito es requisito fundamental que el coachee esté totalmente  comprometido con él, con las acciones que forman parte del plan de acción. Si no las lleva a cabo, el proceso no tendrá éxito.

Coaching no es sinónimo de magia. Aquí los resultados no caen del cielo. Son fruto del esfuerzo y la responsabilidad del coach y del coachee.

Vemos, por tanto, la importancia del QUERER.

Finalmente, es fundamental ser honesto y estar dispuesto a confrontar las propias creencias y valores, es decir, a transformar las creencias limitantes en potenciadoras. Para eso, es necesario tener la mente abierta, ya que, aprender es modificar nuestra conducta y hemos dicho que el coaching es un proceso de aprendizaje para el cambio.

“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”. Charles Darwin.

Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.