miércoles, 30 de julio de 2014

La niebla

Todo empieza con un “vuelco del corazón”. De repente ocurre algo, una conversación, un hecho, que pone de manifiesto lo que siempre había estado ahí pero que no veías o no le habías dado importancia alguna.

Curiosamente, su manifestación te nubla la vista, te impide ver más allá, empiezas a dudar, a caer en un abismo, todo se desmorona. Comienzas a sentir vértigo, miedo. Te castigas, ¿cómo no te habías percatado de esto?, para, poco después, comenzar a culpar a los demás por lo que ellos han hecho, o no, para que esto te pase a ti…

Cuando eso ocurre, te olvidas de ti, pasas de tu frustración, de tus miedos iniciales al enfado generalizado con el mundo. TODO está en tu contra. NADIE te apoya,¿cómo vas a seguir adelante TU SOLO?

La desesperación se apodera de ti, quieres tirar la toalla, total, ¿para qué?, ¿qué necesidad tienes de seguir con esto?...

Puedes seguir ahí todo el tiempo que quieras lamentándote, llorando una pérdida que todavía no ha ocurrido cuando, únicamente, has descubierto un obstáculo en tu camino que te ha confundido, ha nublado tu visión, pero  ¿te impide continuar?, ¿seguro que NADIE te apoya?, ¿de verdad estás TU SOLO?

El obstáculo está ahí, eso es cierto, pero ¿es insalvable?

Este es un buen momento para poner a prueba tu motivación. El paso del tiempo puede empañarla y desgastarla, sin embargo será tu mejor aliada para ayudarte a conducir con niebla.

La niebla nubla tu mente y te impide pensar con claridad, pero es pasajera. Cuando se cierne sobre ti, el miedo toma las riendas, se genera un estado de alerta y ansiedad porque no puedes ver, no sabes con qué te vas a encontrar más adelante. Si reducimos la velocidad, incluso si nos paramos, prestamos atención y tomamos conciencia del peligro, podremos reanudar la marcha cuando hayamos disipado esa niebla.

¿Qué vas a hacer la próxima vez que se forme niebla?

“Las emociones dificultan o favorecen nuestra capacidad de pensar, de planificar, de acometer el adiestramiento necesario para alcanzar un objetivo a largo plazo, de solucionar problemas, etc., y, en este mismo sentido, establecen los límites de nuestras capacidades mentales innatas y determinan así los logros que podremos alcanzar en nuestra vida. Y en la medida en que estemos motivados por el entusiasmo y el gusto en lo que hacemos, se convierten en excelentes estímulos para el logro. Es por ello que la inteligencia emocional constituye una aptitud maestra, una facultad que influye profundamente sobre todas nuestras otras facultades, ya sea favoreciéndolas o dificultándolas.” – Daniel Goleman.


Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.