domingo, 30 de noviembre de 2014

El Síndrome de Estocolmo.

Hay relaciones de dependencia que nos hacen sentir “secuestrados”, sin embargo, a pesar de ello, las seguimos manteniendo tal y como están.

¿Acaso tenemos síndrome de Estocolmo?

Este tipo de relaciones pueden darse en el ámbito personal, pero también lo hacen en el profesional/laboral.

En ambos casos nos limitan, si no prestamos atención. Una relación es cosa de dos (al menos), si no nos gusta cómo nos hace sentir podemos tomar cartas en el asunto. Un pequeño cambio por nuestra parte puede obrar maravillas en una relación.

Somos seres sociales y, en general, necesitamos la aprobación de los demás, tanto que a veces pasamos por alto nuestra propia aprobación. Sin embargo, cuando esto se convierte en la norma, somos el copiloto de nuestra propia vida, dejando que sean otros quienes decidan en nuestro lugar.

Cuando eso ocurre, ha llegado el momento de hacer un alto en el camino y encontrar el equilibrio entre nuestras propias necesidades y las del grupo que nos acoge y necesita.

Esto nos puede desestabilizar, necesitaremos dedicarnos el tiempo suficiente para conocer nuestros puntos más vulnerables y aquellos otros que nos ayudarán en esta transición.

Entre los puntos vulnerables nos podemos encontrar con una inestabilidad emocional que nos conduzca a un nuevo secuestro, en este caso emocional, y que sean las emociones las que tomen el control, haciéndonos transitar por un camino desbordado de pasiones que nos agotarán y frustrarán a cada paso.

Sin embargo, si somos conscientes de esto, podremos construir estrategias que nos ayuden a ser más inteligentes emocionalmente hablando, utilizando aquellos puntos fuertes que nos dotarán del ritmo necesario para bailar con las emociones y definir nuestras relaciones.

“La emoción es algo fundamental para pensar eficazmente, tanto para tomar decisiones inteligentes como para permitirnos simplemente pensar con claridad.” – Daniel Goleman. 


Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.