jueves, 31 de diciembre de 2015

La madre de la ciencia




Paciencia…

Qué fácil es decir “ten paciencia” y qué difícil puede resultar tenerla de verdad.

A veces nos olvidamos de ella y del bien que nos hace, sin darnos cuenta de que puede ser una compañera de lujo en nuestros grandes viajes.

Otras veces la perdemos por el camino. Quién no ha escuchado y/o sentido alguna vez eso de “yo tengo mucha paciencia, hasta que la pierdo…”

Perderla puede provocarnos una crisis nerviosa de mayor o menor dimensión. El caso es que empezamos a cuestionarnos aquello que forma parte de nuestras vidas y que no nos está dando lo que esperábamos.

Lo que esperábamos… ¿qué esperábamos? Y lo que es más importante ¿de quién lo esperábamos?...

Cuestionarnos está bien, nos hará discernir si nuestras expectativas son viables o no. Dejarnos llevar por la ira, sin embargo, será menos beneficioso.

La paciencia es todo un arte que requiere un entrenamiento práctico ante las calamidades, frustraciones y decepciones de la vida.

La paciencia va más allá de sentarse a esperar y darse tiempo para conseguir algo. En contra de lo que pueda parecer, la paciencia obliga a actuar para mantener la calma, obliga a realizar elecciones conscientes, lo que requiere esfuerzo y energía.

La recompensa es paz mental, clarividencia y energías renovadas que nos dotarán de mayor fortaleza para resolver los contratiempos y conseguir nuestros propósitos.

Pero ¿cómo se genera ese círculo virtuoso que supone la paciencia?

Aprendiendo a distinguir las recompensas a largo plazo de las recompensas a corto. Alejándonos de las reacciones impulsivas. Concediéndonos un tiempo entre estímulo y respuesta que nos permita distinguir entre lo que depende de nosotros y lo que no. Que nos permita distinguir entre lo que ha llegado a su fin y lo que merece una nueva oportunidad.

Ese espacio de tiempo nos abrirá la puerta de la paciencia. Ser conscientes de ello marcará la diferencia, nos brindará libertad de elección.

 “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento.” – Isaac Newton.

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lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Pensar a lo GRANDE?



No seré yo quien te diga cómo tienes que pensar. Todo depende de lo que quieras lograr, de la naturaleza de las preguntas a las que busques respuesta, de aquello que quieras descubrir, de los riesgos que estés dispuesto a asumir...

Si decides pensar a lo grande ¡Estupendo!

Asume que a veces te caerás. Que el dolor de la caída puede hacer que tires la toalla sin recapacitar... Que la frecuencia de las caídas puede hacer que cuestiones tu valía, o tus pretensiones y la confianza en ti mismo sufra un duro revés... Que la energía que necesitas para volverte a levantar puede flaquear y hacer que pierdas la motivación… Que la tardanza en obtener los resultados que esperabas puede hacer mella en tu empeño olvidando para qué quieres lo que quieres sin previamente revisar tus expectativas…

Si aún así sigues queriendo pensar a lo grande ¡Adelante!

Aprende en el camino mientras vas en busca de tus sueños. Puede que no los consigas, pero el proceso estará lleno de experiencias que te harán expandir tus capacidades, sufrir y disfrutar, crecer y evolucionar.  

¿Quieres pensar a lo GRANDE? ¡Hazlo!

Baja a la tierra y ponte en acción pasito a paso: investiga, experimenta, contrasta y replantéate tus ideas constantemente.

Si pensando a lo GRANDE sientes que pierdes la paciencia ¡Date un respiro!

Ha llegado el momento de tomar perspectiva, pensar por ti mismo, sacar conclusiones y tomar decisiones.

Neil deGrasse Tyson en la serie "Cosmos: Una odisea del espaciotiempo" nos desvela los pasos que los grandes científicos han seguido y siguen para superar los límites establecidos:

1.    Cuestionan la autoridad, ninguna idea es cierta sólo porque alguien lo diga, incluidos ellos mismos.

2.    Piensan por sí mismos, con criterio propio.

3.    Se cuestionan a sí mismos.

4.    Experimentan y adaptan sus teorías.

5. Siguen las pruebas allá donde les lleven, en ocasiones a descubrir que están equivocados.


"El universo es sobre todo oscuro salpicado por pequeñas islas de luz." - Neil deGrasse Tyson.


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viernes, 30 de octubre de 2015

¿Montaña rusa o línea vital?

Observa estas dos imágenes:





¿Qué te sugieren?

Imagina tener siempre el mismo nivel de entusiasmo por absolutamente todo lo que ocurre a tu alrededor. ¿Cómo distinguirías entre lo que te gusta y lo que no? ¿Cómo harías tus elecciones? ¿Cómo transformarías la información que te rodea en conocimiento? ¿Cómo sabrías si estás en tierra hostil?

Metafóricamente hablando podríamos comparar estas imágenes con las mostradas por esos monitores que indican las constantes vitales.

¿Con cuál te quedarías?

¿Qué es para ti la estabilidad emocional?

Yo prefiero hablar de inteligencia emocional para reconocer las demandas de la mente humana, para aprender a vivir las emociones de cada momento y bailar a su ritmo descubriendo nuevos pasos con cada compás.


“Sólo se puede ver correctamente con el corazón; lo esencial permanece invisible para el ojo.” – Antoine de Saint-Exupéry, El Principito.


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miércoles, 30 de septiembre de 2015

La caída de las hojas


Comienza una nueva estación. Una estación que, para algunos, puede ser un tanto melancólica. Comienza a refrescar, los días se notan más cortos, el paisaje cambia progresivamente mostrando una explosión de tonos cobrizos para, finalmente, dejar a la vista la desnudez de la naturaleza que nos rodea.

Para inaugurar este cambio de estación hemos vivido un fenómeno lunar de gran belleza. La mayor super luna del año, momento en el que la luna está más cercana a la tierra, ha coincidido con un eclipse lunar ofreciéndonos una super luna roja espectacular. Luna de sangre, por el color, aunque algunos seguro que encuentran en este nombre inspiración para otro tipo de historias.

Vemos que la naturaleza tiene sus ciclos, igual que nosotros, y vemos cómo se prepara para cada uno de ellos. En cada estación se muestra de forma diferente. Lo vemos claramente.

Nosotros formamos parte de esta naturaleza y también debemos prepararnos para cada estación.

Venimos del verano donde el sol nos anima a salir y relacionarnos más con los demás. Suele coincidir con fechas vacacionales que nos permiten viajar a lugares nuevos y conocer nuevas gentes y/o a lugares viejos en los que reencontrarnos con nuestra gente. También puede que no nos movamos del lugar, pero eso no impedirá que permanezcamos expuestos a la influencia del verano.

El otoño significa dejar atrás una forma de estar. El otoño es el momento de la pérdida de las hojas. Pasamos de los colores vibrantes y deslumbrantes a los colores serenos y cálidos. Pasamos de la extraversión a la introversión. Pasamos de bailar con los demás a bailar con nuestras emociones.

Es una estación de cambio, una estación de transición que nos invita a soltar lo que sobra para dejar espacio a lo nuevo que está por venir. Una época para recoger pensamientos e ideas. Un buen momento para empezar a poner orden en nuestra vida.

Nos prepara para el rebrote tanto a plantas como a personas. Nos prepara para el invierno que será una prueba de fuerza y osadía para los héroes que luchan contra tempestades, villanos y dragones.

Así pues, el otoño puede verse también como una época espléndida en sus colores, de lluvias y tormentas, de recolección, de relajación y contacto con la naturaleza. A mayor sintonía con la naturaleza, más fácil te resultará percibir esta energía renovadora.

 “Hay una armonía en otoño, y un brillo en su cielo, que durante el verano no se escucha o se ve, como si no pudiera ser, como si no hubiera sido” - Percy Bysshe Shelley.


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lunes, 31 de agosto de 2015

Recargando las pilas



En ocasiones, muchos de nosotros aprovechamos las vacaciones para sacar adelante aquellos temas pendientes de los que en el día a día no nos podemos ocupar.

Exprimimos las vacaciones para hacer montones de cosas, nos llenamos de obligaciones y volvemos a tener la agenda repleta de actividades.

Hoy quiero reivindicar el papel de las vacaciones para descansar. De vez en cuando es necesario parar unos días, regalarnos ese tiempo para recargar las pilas, para ir sobre la marcha.

Y una vez de vuelta, puede que esta forma de ver las cosas nos ayude a vivir mejor:


Gestionar nuestra energía en lugar del tiempo.

Ver la importancia del propósito como combustible.

Impulsar rituales que nos ayuden en la gestión de dicha energía y 

aprender a aprovechar las vacaciones para recargar las pilas.



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miércoles, 29 de julio de 2015

La mirada de la ira


Si las miradas matasen… ¿Cuántas veces te han mirado como si te perdonaran la vida? ¿Cuántas veces has querido fulminar a alguien con la mirada?

La ira mueve una gran cantidad de energía y se muestra con gran intensidad, igual que la alegría, pero su efecto es el contrario, a pesar de que también cuenta con un punto de euforia.

La ira prolifera a las mil maravillas cuando sentimos hostilidad, indignación, cólera, enfado, resentimiento, envidia, celos, impotencia, rencor…

La ira nos pone en modo ataque, lo que puede despertar nuestro lado más violento, llegando, en ocasiones, a producir un secuestro emocional, convirtiéndonos así en esclavos de nuestras pasiones.

¿Cómo se manifiesta en ti?

No pretendemos aquí reprimir las emociones, sino entender que cada una tiene su valor y su función, para eso mueven una determinada cantidad de energía.

Imagina una vida sin pasión, sin emociones. Seríamos robots insensibles que se limitan a ejecutar sin sentir, sin avisos que nos alerten de que algo debe cambiar, sin vivir. Las emociones son como las constantes vitales, se muestran con altibajos, dando lugar a la melodía con que resonamos en cada momento.

Calmar la ira que nos embarga es una tarea ardua, requiere esfuerzo por nuestra parte, un grado elevado de consciencia. Todo un arte muy gratificante, cuando se consigue.

Para empezar conviene fijarse en la secuencia de pensamientos sobre los que se basa la ira, pero no para alimentarlos y encontrar razones estupendas que aviven el fuego (la ira es altamente inflamable) sino para poner en tela de juicio las convicciones que nos llevan a ellos y construir así nuestro propio bálsamo.

¿Qué es lo que te hace sentir amenazado?

Cuanto antes prestemos atención a nuestro enfado, más sencillo será reconducir su energía a un camino más productivo, que nos ayude a cambiar de forma asertiva y constructiva aquello que nos molesta.


“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.” – Aristóteles.

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martes, 30 de junio de 2015

Los intangibles


Existe una serie de características que te definen. La forma en la que las expresas y las vives te hacen único.

Irán evolucionando contigo, algunas sobresaldrán, otras te gustará mejorarlas, algunas incorporarlas y otras quizá quieras transformarlas.

Podrán copiar lo que haces, podrán copiar lo que dices pero nadie podrá copiar lo que eres.

¿Quién eres tú? Sabemos que interpretamos diferentes papeles según la situación en la que nos encontremos, sin embargo, nuestra esencia permanece inalterable en todos ellos.

Un solo acto no muestra quien eres. Una etiqueta no muestra quien eres, sino multitud de ellas interrelacionadas entre sí, en diferentes contextos y con diferentes personas.

Eso es lo que los demás ven de ti. Ahora bien, ¿qué ves tú de ti? ¿Coincide con lo que muestras en público?

Tu esencia es tu marca.

¿Eres capaz de reconocerla y de expresarla?

“Los valores tangibles son muy fáciles de reproducir, pero los intangibles pueden diferenciarnos de una manera mucho más sólida, mucho más difícil de imitar, lo cual también aumenta la atractividad de nuestro perfil en la búsqueda de oportunidades profesionales.” Herb Kelleher.


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miércoles, 27 de mayo de 2015

Silencio


Para John Cage, el compositor de “el silencio”, lo que llamamos generalmente silencio es más bien una predisposición mental o un estado de ánimo porque, en realidad, estamos rodeados permanentemente de sonidos.


Paradójicamente, tomando esta idea  como base, considerando que el silencio es una predisposición mental más que lo opuesto al sonido, puede ocurrir que sea precisamente un tipo de sonido el que nos ayude a conseguir nuestro silencio interior.

En mi caso, ese sonido es el de la lluvia tormentosa… 

Pero, ¿a qué me refiero cuando hablo de conseguir nuestro silencio interior? Me estoy refiriendo a generar ese estado mental en el que podemos conectar directamente con nuestra esencia y dejar que nos muestre aquello que tanto nos cuesta ver.

Para generarlo necesitamos dedicarle y dedicarnos TIEMPO. Necesitamos hacer un viaje interior desde la cabeza al corazón. Dejar “el pensar” atrás, para llegar “al sentir” y, desde ahí, “al ser”.

El vehículo que nos trasportará de un lugar a otro será la respiración.

Primero observándola, sin forzarla, poniendo en ella toda la atención. Poco a poco se transformará en una respiración lenta y profunda que te ayudará a expulsar lo que sobra de ti con cada espiración y a llenarte de lo que necesitas con cada inspiración...

Esa respiración te permitirá observar los pensamientos como olas en el mar de tu mente... Cómo vienen y van, cómo unos llevan a otros... Cómo algunos se pierden en la inmensidad…

Notarás cómo tu mente se va serenando y empezarás a escuchar tu propia música desde el interior...

Siéntela y deja que te lleve hasta tu esencia…


Encuentra ese espacio que te ayude a empezar. Un espacio libre de interrupciones, en el que te resulte agradable estar. Relaja los músculos de tu cuerpo y siéntate en una postura cómoda, con los ojos abiertos o cerrados, como tú prefieras, y comienza tu viaje al silencio.

Al principio será difícil, te costará encontrar tu ritmo, pero una vez lo descubras, podrás bailar a su son siempre que quieras.

Imagina que el silencio fuera música… ¿cómo sonaría la tuya?


“Hay un sonido de felicidad constantemente en tu interior, como en el interior de todo el mundo. Sólo tenemos que permanecer en silencio para oírlo.” – Osho.


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miércoles, 29 de abril de 2015

A prueba

Vivimos tiempos difíciles. Estamos atravesando uno de esos grandes momentos que se estudian en los libros de historia.

El sistema que conocíamos está en crisis y necesitamos pensar desde otra dimensión.

La incertidumbre nos rodea y se ha convertido en un compañero un tanto incómodo para muchos, generando grandes dosis de ansiedad y miedo.

En esta situación hay problemas cuya solución está fuera de nuestro alcance, aunque sus consecuencias nos den de pleno.

En lugar de enfocarnos constantemente en el problema y la solución que nos excede, podríamos canalizar la energía en otra dirección para ocuparnos de buscar nuestra salida.

Con todo el ruido que nos rodea es posible que nos cueste verla. Si es así, ha llegado el momento de alejarnos de todo eso, de buscar el silencio tanto externo como interno.

Si nos escudamos en la crisis estaremos bloqueando nuestra propia salida. Si nos fijamos solo en lo que ocurre fuera, dejaremos de ver lo que tenemos dentro.

Cambiemos la perspectiva, fijémonos en qué podemos hacer nosotros para superar la situación y evitar que sea la situación la que nos supere a nosotros.

Para encontrar esa salida el primer paso será ver de qué disponemos, no me refiero tanto a lo tangible, que también, sino a lo intangible. Debemos conocernos a nosotros mismos.

Puede ser que necesites ayuda, si es así, pídela.

Démosle prioridad a entendernos para encontrar nuestro remedio, aquello que nos ayude a producir un cambio favorable a nuestra situación.

Cuestionémonos hasta que entendamos qué necesitamos para aceptar este desafío que nos está poniendo a prueba.

“Hablar de  crisis es promoverla y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de eso, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.” – Albert Einstein.


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martes, 31 de marzo de 2015

¿Quién lo va a hacer por ti?

Si no confías en ti mismo, ¿quién lo va a hacer por ti?

Si no te respetas a ti mismo, ¿quién lo va a hacer por ti?

Si no te quieres a ti mismo, ¿quién lo va a hacer por ti?

Estamos hablando de tu autoestima. Tómate el tiempo que necesites para responder y/o para descubrirlo de ahora en adelante.

¿Qué necesitas para confiar en ti?

¿Qué te ayuda a sentirte más fuerte, más seguro de ti mismo?

¿Qué te ayuda a sentirte a la altura de las circunstancias?

¿Qué hace que te respetes a ti mismo? ¿Y a los demás?

Cuando te sientes seguro de ti mismo, ¿qué estás haciendo?

¿En qué momentos sientes que te apoyas a ti mismo?

¿En qué situaciones sientes que la gente te entiende?

¿Cuándo te interesas por ti mismo?

¿Quién sientes que se preocupa por ti?

Empezaremos por el respeto, a ti mismo y a los demás. Fíjate en que cuando te sientes satisfecho por algo que has hecho generalmente es porque te sientes valorado y respetado, fundamentalmente por el juez que llevas dentro, sin importarte tanto lo que opinen los demás.

Sentirse  valorado comienza, sin duda, por uno mismo, y eso, entre otras cosas, va a depender de tus habilidades para responder correctamente a las diferentes situaciones que se te presentan. Tus creencias tienen un papel protagonista a la hora de mostrar y desarrollar esas habilidades.

Seguro que has oído hablar de la asertividad, pero ¿de qué manera te puede ayudar la asertividad a mejorar tu autoestima?

Según Olga Castanyer en “La asertividad, expresión de una sana autoestima”, asertividad es la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás.

Para poder trabajarla es necesario identificar correctamente cuál es el obstáculo que nos está impidiendo expresarnos como quisiéramos y cuáles son los elementos circunstanciales que rodean dicho obstáculo y contribuyen a ponernos la zancadilla.

La asertividad se manifiesta tanto verbal como no verbalmente.

Verbalmente estos son los aspectos en los que puedes empezarte a fijar:

·    Cómo manifiestas tu propia opinión en una situación determinada.

· Cómo expresas un razonamiento para explicar/justificar tu opinión, sentimientos o necesidades.

·  Cómo pones de manifiesto la presencia de un problema que consideras debe ser solucionado.

·     Cómo pides algo cuando es necesario.

·     Cómo pides aclaraciones si tienes dudas sobre algo.

·     Cómo expresas emociones como gratitud, afecto, admiración…

·     Cómo expresas emociones como insatisfacción, dolor, desconcierto…

¿Lo haces como te gustaría? ¿Qué puedes mejorar para la próxima vez?

Cuando nos comunicamos de forma asertiva, las manifestaciones no verbales están en consonancia con el contenido verbal. Nos referimos, por ejemplo a la postura, la expresión facial y la entonación que adoptamos bien cuando hablamos, bien cuando callamos. Podemos fijarnos en:

·   Cómo es nuestra mirada al interlocutor, ¿lo evitamos, lo miramos de forma directa y agresiva o simplemente mantenemos un contacto visual frecuente y relajado? En este último caso estaremos siendo asertivos.

·   Nuestra expresión facial es el espejo del alma. Muestra nuestro estado emocional, si comprendemos o no lo que está ocurriendo, nuestra actitud. ¿Es acorde con lo que quieres transmitir?

·    Nuestra postura corporal. Indicará cómo nos sentimos y cuál es nuestra actitud frente a un tema. Muy relacionada con la mirada.

·    Los gestos. Cuando nos comunicamos de forma asertiva serán desinhibidos y espontáneos.

·  Cómo transmitimos el mensaje: volumen de voz y tono en consonancia con el menaje que se quiere transmitir, sin intimidar pero con seguridad. Fluidez, claridad y velocidad adecuada.

Las personas tendemos a comportarnos de una u otra manera pero no lo hacemos siempre igual.

Somos humanos, tenemos sentimientos y somos imperfectos. A veces nos equivocamos. ¿Aprendemos de nuestros errores? He ahí la cuestión.

La conducta asertiva se aprende, es cuestión de entrenamiento, de ensayo y error. Si quieres, puedes. Si necesitas ayuda, pídela.

“Amarse a sí mismo es el comienzo de un idilio que durará toda la vida.” – Oscar Wilde.

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viernes, 27 de febrero de 2015

Imagine

Hoy la cosa va de imaginar…
Vivimos inmersos en las prisas del día a día. Tenemos la agenda repleta de cosas que hacer: vida social, familia, trabajo, deporte, ¿ocio?…
A veces estamos apagando fuegos constantemente y eso nos impide ver más allá. Estamos aquí pensando qué tenemos que hacer después y nos olvidamos de que, ahora, estamos aquí…
Así es bastante complicado tomar decisiones que nos ayuden a definir el futuro que queremos, incluso simplemente vivir el momento, es decir, VIVIR. Nos dejamos llevar por la marea y, a veces, la resaca nos deja KO en la inmensidad del océano.
Dado el caso, no se trata de nadar contracorriente, agotándonos y hundiéndonos en las profundidades, sino en paralelo a la orilla para escapar de ese poder de succión y encontrar aquel remanso que nos permita tomar perspectiva y volver a conectar con nosotros mismos.
La cuestión es, ¿dónde está la orilla? Párate. Búscala. Sitúate y comienza a nadar. Al cabo de un rato atisbarás ese remanso.
¿Cómo es? .......imagínalo....... ¿dónde está? ........... ¿qué necesitas para llegar hasta él? …………… ¿de qué tienes que prescindir para disfrutar de ese espacio?
Ahora que ya has localizado “tu zona” quédate ahí un rato y regodéate disfrutando de ella…
Desde ahí tienes la capacidad de mirar a tu alrededor y verlo todo con perspectiva, como si fueras un observador.
Puedes ver los intereses que te mueven en la vida y acercarte a ellos para descubrir más. Puedes ver tu fortaleza y cómo usarla para que te ayude a salir de la corriente.
Puedes verte a ti mismo comportándote como te gustaría en determinadas ocasiones. Tienes la posibilidad de verte tantas veces como quieras, hasta que estés satisfecho con lo que ves, al fin y al cabo eres el director de escena.
Puedes crear tu película, aquella en la que tú seas el protagonista. Puedes jugar saliendo a escena e imaginando cómo sería todo si cambiaras determinados comportamientos y actitudes. Será tu laboratorio de pruebas hasta que encuentres la fórmula que deje salir tu esencia.
¿Qué ves? ........... ¿qué sientes? …………….. ¿qué escuchas?
En esa zona nadie te juzga, ni siquiera tú. Simplemente observas, exploras, descubres…
Deja volar tu imaginación, que te lleve tan lejos como quiera, tanto en el espacio como en el tiempo.
Ya puedes regresar de tu viaje poco a poco. Si quieres, puedes anotar aquellas experiencias y descubrimientos que más te hayan impactado o interesado. Serán la guía de tu futuro.
Tener una visión a largo plazo te ayudará a orientarte y a tomar decisiones hoy, el momento en el que VIVES.
Esa visión será tu motivación, nunca una obsesión.
Igual que John Lennon imaginó su mundo perfecto, prueba a imaginar el tuyo, ¿cómo sería?

“…nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres.” – “La vida del Buscón” – Francisco de Quevedo.

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