lunes, 29 de diciembre de 2014

¿En tierra hostil?

Huida, parálisis, ataque son los mecanismos de defensa que nos proporciona el estrés, cuando considera que estamos en peligro, para ayudarnos a sobrevivir.

Son mecanismos automáticos de los que nos ha dotado la evolución y que nos han sido muy útiles en determinadas circunstancias, cuando nos adentramos en territorio hostil, para estar alerta y lograr sobrevivir ante una amenaza inminente. Hablamos de esas situaciones en las que pararnos a pensar y razonar nos llevaría al más fatal de los desenlaces, la muerte.

Sin embargo, hay otras circunstancias en las que, a pesar del peligro, también hay una gran oportunidad. Aquí la huida, la parálisis y el ataque no nos ayudan en absoluto. Aquí no se trata de sobrevivir, sino de adaptarse. Aquí el secuestro emocional nos provocaría un desgaste tal que boicotearía nuestra capacidad de adaptación.

Aquí lo importante es dar rienda suelta a nuestra creatividad, capacidad de atención, perspectiva y memoria. Esto nos permitirá aprender y adaptarnos al nuevo territorio desconocido, que no hostil. Este sería otro mecanismo de defensa, activado también por el estrés, cuando lo que necesitamos es adaptarnos.

Por tanto, es de vital importancia identificar en qué terreno nos movemos.

Como nos dice el Dr. Mario Alonso Puig, para pasar del mecanismo de supervivencia al de adaptación cuando vemos que estamos secuestrados por la amígdala, el centro emocional de nuestro cerebro, y nos encontramos ante una situación que requiere adaptación en lugar de supervivencia hemos de tener en cuenta:

1.    ¿Dónde estás fijando tu atención? Nuestra atención es selectiva, podemos elegir en qué nos fijamos. “Vemos donde miramos”.  

2.    Cómo son tus expectativas, tanto sobre ti como sobre los demás. Cuánto más elevadas sean mayor capacidad de adaptación. 

3.   Cómo te hablas a ti mismo. ¿Nos tratamos como nos gustaría que nos trataran los demás, o somos despiadados en nuestro dialogo interno? ¿Eres consciente?  

4.    Cómo te tratas ante el error necesario para el aprendizaje. ¿Te castigas, lo ocultas, aprendes de él…?

“Para adaptarnos tenemos que explorar, conocer, comprender y aprender los patrones que conforman  este nuevo entorno... La adaptación pide de nosotros no sólo apertura mental para explorar nuevas posibilidades, sino también la fortaleza emocional para atrevernos a hacer lo que tal vez antes no nos hemos atrevido.” – Dr. Mario Alonso Puig. 

¿Quieres que hablemos? Pídemelo aquí..



domingo, 30 de noviembre de 2014

El Síndrome de Estocolmo.

Hay relaciones de dependencia que nos hacen sentir “secuestrados”, sin embargo, a pesar de ello, las seguimos manteniendo tal y como están.

¿Acaso tenemos síndrome de Estocolmo?

Este tipo de relaciones pueden darse en el ámbito personal, pero también lo hacen en el profesional/laboral.

En ambos casos nos limitan, si no prestamos atención. Una relación es cosa de dos (al menos), si no nos gusta cómo nos hace sentir podemos tomar cartas en el asunto. Un pequeño cambio por nuestra parte puede obrar maravillas en una relación.

Somos seres sociales y, en general, necesitamos la aprobación de los demás, tanto que a veces pasamos por alto nuestra propia aprobación. Sin embargo, cuando esto se convierte en la norma, somos el copiloto de nuestra propia vida, dejando que sean otros quienes decidan en nuestro lugar.

Cuando eso ocurre, ha llegado el momento de hacer un alto en el camino y encontrar el equilibrio entre nuestras propias necesidades y las del grupo que nos acoge y necesita.

Esto nos puede desestabilizar, necesitaremos dedicarnos el tiempo suficiente para conocer nuestros puntos más vulnerables y aquellos otros que nos ayudarán en esta transición.

Entre los puntos vulnerables nos podemos encontrar con una inestabilidad emocional que nos conduzca a un nuevo secuestro, en este caso emocional, y que sean las emociones las que tomen el control, haciéndonos transitar por un camino desbordado de pasiones que nos agotarán y frustrarán a cada paso.

Sin embargo, si somos conscientes de esto, podremos construir estrategias que nos ayuden a ser más inteligentes emocionalmente hablando, utilizando aquellos puntos fuertes que nos dotarán del ritmo necesario para bailar con las emociones y definir nuestras relaciones.

“La emoción es algo fundamental para pensar eficazmente, tanto para tomar decisiones inteligentes como para permitirnos simplemente pensar con claridad.” – Daniel Goleman. 


Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.


miércoles, 29 de octubre de 2014

La Constancia

La constancia, una cualidad que me ayuda a conseguir lo que quiero, con la que me siento cómoda y, sin embargo, de la que me resulta difícil hablar.

El tema surge tras una conversación con uno de mis lectores que me comentaba que le gustaría ser más constante, pero ser más constante en qué. En general, me decía. “En general es muy amplio”, conviene concretar un poco más.

Según la Real Academia Española, la constancia es la firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos.

La firmeza y la perseverancia indican un cierto grado de esfuerzo. Los propósitos nos sugieren que hemos de tener un tema en mente sobre el que aplicar la constancia, por lo tanto, “en general” no vale.

Al igual que la caminata más larga comienza con el primer paso, el esfuerzo más grande comienza con el primer gesto. Su repetición generará el hábito que necesitas incorporar en tu vida y satisfará a tu espíritu de superación.

Y qué me dices de tu actitud, ¿te ayuda a generar nuevos hábitos?

Pero volvamos al propósito, al para qué quieres ser más constante. Qué quieres conseguir. La motivación es el abono que necesita el esfuerzo. Sin motivación y sin ilusión no hay lugar para el desarrollo, son los aliados perfectos para forjar un nuevo hábito.

La motivación te ayudará a ser más dueño de ti mismo, te ayudará a priorizar el gozo a largo plazo sobre el placer inmediato. Será la luz en la oscuridad. La motivación te hará inasequible al desaliento. La motivación te dará fuerza de voluntad.

La constancia nos hace ver que somos vulnerables, que podemos flaquear, sin embargo, “el hombre constante mira hacia delante con la ilusión de alcanzar la cima deseada y por eso se mantiene firme, inalterable.” (Enrique Rojas).

Tu visión de futuro te ayudará a sortear los obstáculos del camino y a tomar decisiones sobre lo que es mejor, o no, hacer. Te dará libertad de elección.

¿Cuál es tu cima?, ¿cuál es el futuro que quieres crear?


“Comenzar supone mucho, pero perseverar es todo.” – Enrique Rojas.




¿Quieres que hablemos? Pídemelo aquí.




martes, 30 de septiembre de 2014

ViVe el Cambio

Hoy quiero compartir con vosotros la apertura de un nuevo espacio desde el que seguir contribuyendo a la evolución del potencial humano que, a su vez, es fruto del mío propio.

Este nuevo espacio es:


Un espacio dedicado al desarrollo personal, profesional y empresarial.

Un espacio dedicado a aquellos que queremos transformarnos en busca de la excelencia para ser un referente.

Un espacio dedicado a aquellos que queremos crear nuestro futuro hoy.

ViVeKa, vive el cambio es el resultado de un proceso de transformación profesional originado por el inconformismo que me caracteriza, por el afán de superación y el espíritu emprendedor que llevo dentro.

Existe una expresión hindú que se utiliza para manifestar el “poder que posee la razón humana para reconocer el buen camino a seguir y para guiar a la personalidad por dicho camino, animándola y ayudándola a evitar todo peligro”. Esa expresión es VIVEKA.

VIVEKA define perfectamente una de las consecuencias que, para mí, tiene el coaching, que no es otra que SER CONSCIENTES de nosotros mismos, estar en contacto con nuestra esencia.

De aquí surge ViVeKa, vive el cambio.

Te ayudaremos a que encuentres otras OPCIONES para seguir avanzando. Aquí no hay garantías, lo que si hay es COMPROMISO, HONESTIDAD y PASIÓN.

Si te mueve el aspecto profesional, ya seas autónomo, pyme o si estás pensando en emprender una nueva actividad, además te ayudaremos en la gestión de tu negocio.

Tendrás a tu disposición todos los beneficios de un departamento de administración y finanzas adaptado a tus necesidades.

Comenzaremos esta nueva etapa con talleres dirigidos a emprendedores, pymes y personas en evolución. Serán el inicio de la transformación

Quisiera terminar haciendo los agradecimientos oportunos, ya que, como dice mi madre, “es de bien nacida ser agradecida” así que…

Quiero agradecer a mis padres su apoyo incondicional, no sólo moralmente, sino también activamente. No concibo este proyecto sin su ayuda.

A Víctor, mi compañero en la vida, por creer en mí. Por su trabajo en este proyecto. Fundamental. Por darme paz y darme guerra.

A Guillermo y Mari por darme difusión y ayudarme a conseguir voluntarios para mis prácticas.

A Guiller y Clara por abrirme las puertas de su casa y ponerla a mi total disposición.

A los voluntarios del periodo de prácticas por confiar en mí.

A Sole y Ángela por su energía en nuestros viajes.

A Sonia y Alfonso por nuestras conversaciones.

A Jorge por permitirme ser tan flexible.

A mis “coaches” María, Mari Carmen, Mamen y Estela por alumbrar mi camino.

A Víctor G. por su disposición para atender mis dudas en asuntos laborales.

A D’ARTE por abrirme camino.


A mis alumnas de la 8ª y 9ª edición del Especialista Universitario en Coaching con IE y PNL. Ha sido una experiencia muy enriquecedora. He aprendido grandes cosas con vosotras. Gracias por vuestras recomendaciones, vuestros feedbacks y gracias por querer seguir trabajando conmigo.

A TODOS mis clientes, su evolución forma parte de la mía propia.

Gracias a todos por vuestra contribución a este proyecto.


“La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer resolvería la mayoría de los problemas del mundo.” – Mahatma Gandhi.


Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.


miércoles, 30 de julio de 2014

La niebla

Todo empieza con un “vuelco del corazón”. De repente ocurre algo, una conversación, un hecho, que pone de manifiesto lo que siempre había estado ahí pero que no veías o no le habías dado importancia alguna.

Curiosamente, su manifestación te nubla la vista, te impide ver más allá, empiezas a dudar, a caer en un abismo, todo se desmorona. Comienzas a sentir vértigo, miedo. Te castigas, ¿cómo no te habías percatado de esto?, para, poco después, comenzar a culpar a los demás por lo que ellos han hecho, o no, para que esto te pase a ti…

Cuando eso ocurre, te olvidas de ti, pasas de tu frustración, de tus miedos iniciales al enfado generalizado con el mundo. TODO está en tu contra. NADIE te apoya,¿cómo vas a seguir adelante TU SOLO?

La desesperación se apodera de ti, quieres tirar la toalla, total, ¿para qué?, ¿qué necesidad tienes de seguir con esto?...

Puedes seguir ahí todo el tiempo que quieras lamentándote, llorando una pérdida que todavía no ha ocurrido cuando, únicamente, has descubierto un obstáculo en tu camino que te ha confundido, ha nublado tu visión, pero  ¿te impide continuar?, ¿seguro que NADIE te apoya?, ¿de verdad estás TU SOLO?

El obstáculo está ahí, eso es cierto, pero ¿es insalvable?

Este es un buen momento para poner a prueba tu motivación. El paso del tiempo puede empañarla y desgastarla, sin embargo será tu mejor aliada para ayudarte a conducir con niebla.

La niebla nubla tu mente y te impide pensar con claridad, pero es pasajera. Cuando se cierne sobre ti, el miedo toma las riendas, se genera un estado de alerta y ansiedad porque no puedes ver, no sabes con qué te vas a encontrar más adelante. Si reducimos la velocidad, incluso si nos paramos, prestamos atención y tomamos conciencia del peligro, podremos reanudar la marcha cuando hayamos disipado esa niebla.

¿Qué vas a hacer la próxima vez que se forme niebla?

“Las emociones dificultan o favorecen nuestra capacidad de pensar, de planificar, de acometer el adiestramiento necesario para alcanzar un objetivo a largo plazo, de solucionar problemas, etc., y, en este mismo sentido, establecen los límites de nuestras capacidades mentales innatas y determinan así los logros que podremos alcanzar en nuestra vida. Y en la medida en que estemos motivados por el entusiasmo y el gusto en lo que hacemos, se convierten en excelentes estímulos para el logro. Es por ello que la inteligencia emocional constituye una aptitud maestra, una facultad que influye profundamente sobre todas nuestras otras facultades, ya sea favoreciéndolas o dificultándolas.” – Daniel Goleman.


Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.


lunes, 30 de junio de 2014

Piedras en el zapato

Comenzamos una nueva aventura, cogemos nuestra mochila con lo que vayamos a necesitar y nos aseguramos de llevar un calzado adecuado, aquel que nos facilite el camino, con el que nos sintamos mejor.

Llevamos un tiempo preparándonos para este viaje, física y mentalmente. Nos hemos informado sobre las posibles contingencias y hemos preparado una guía que nos reconforta.

Nos acompañan las ganas de emprender algo nuevo, la ilusión, la incertidumbre… y aquellas personas con las que hemos querido compartir esta nueva etapa. En ocasiones nos animan, en otras nos advierten y otras nos desesperan, pero siempre están ahí, apoyándonos en nuestra empresa.

¡Lo tenemos todo listo, estamos preparados!

La primera etapa comienza con calma, hay que dosificarse, adaptarse al nuevo entorno. Lo observamos todo y estamos muy despiertos.

Conforme vamos avanzando nos empezamos a despistar un poco, ponemos el modo semiautomático y en un bache del camino metemos el pie hasta el fondo. Como llevamos un calzado adecuado, las consecuencias son menores, un pequeño traspiés que nos arranca una sonrisa y continuamos camino.  Pero al cabo de un rato, notamos una pequeña molestia. Se nos ha metido una piedra en el zapato. Una piedra muy, muy pequeña.

¡Qué fastidio! ¡Justo ahora que llevábamos buen ritmo! ¿Cuánto falta para acabar esta etapa? Bueno…, podemos continuar un poco más, total, es taaaannn pequeña, apenas molesta, ya nos pararemos luego…, un poco más adelante, cuando…

Seguimos camino y, de repente, ¡nos hemos olvidado de la piedra!, ¿qué piedra? La que sigue ahí, en tu zapato, la que no se ha ido por voluntad propia, no se ha evaporado, ni esfumado, no ha desaparecido sin mas… Eso te hubiera gustado, ¿eh?

Pero, de repente, nos entra otra piedra. ¡Más vale que habíamos elegido un buen calzado!... ¿¡Otra!? Si ya no queda nada… ya, pero… esta es algo más grande que la anterior, ¡molesta!

Bueno, la otra ni la notamos, si nos esforzamos un poco y removemos el pie dentro del zapato sentimos que está ahí, pero si no lo movemos… Bah, en la próxima parada nos quitamos ambas y refrescamos los pies.

Al igual que antes, pasado un rato se nos vuelve a olvidar que tenemos otro intruso en nuestro zapato. Del viejo ni nos acordamos. Sin embargo, ¡siguen estando ahí!

Hacemos un alto en el camino y aprovechamos para refrescarnos los pies, mover los dedos…, que nos apetece. Cuál es nuestra sorpresa cuando vemos las magulladuras que tenemos en los pies. ¡Ahggghh, las piedras!

Llegados a este punto necesitamos algo más que un simple, pero relajante, baño de pies. Necesitamos “curar” esas heridas para poder continuar y con toda probabilidad eso va a afectar a nuestra marcha, se hará más dura y cuesta arriba…

Ahora nos lamentamos, ¡con lo fácil que hubiera sido “pararme” para sacar las piedras desde un principio!

Los problemas en la vida son como esas piedras en el zapato, si no te paras y te las sacas, te van haciendo mella, a veces, sin darte cuenta.

Con la próxima piedra, ¿qué vas a hacer?

“Sólo cuando hacemos las paradas necesarias, la vida puede volver a su enfoque con un significado renovado.” – Robert K. Cooper.


Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.


viernes, 30 de mayo de 2014

El baile de las emociones

Las emociones, tan misteriosas que, a veces, incluso nos cuesta identificarlas.

Cuando alguien nos pregunta cómo nos sentimos tendemos a decir “muy bien”, “bien…” o, “bueno, vamos tirando…”, puede que en alguna ocasión hasta nos atrevamos a decir “maaal” pero, ¿qué se esconde detrás de esa respuesta? No estoy diciendo que tengamos que contarle a cualquiera cómo nos sentimos realmente, pero otra cosa somos nosotros.

¿Eres sincero contigo mismo acerca de lo que sientes o tiendes a engañarte, a camuflar tus emociones?

Para poder identificar las emociones, primero hemos de conocerlas. ¿Qué es una emoción? Quiero dejar a un lado las definiciones farragosas que nos encontramos en la bibliografía dedicada a este tema.

Charles Darwin en sus estudios sobre la evolución prestó atención a “La expresión de las emociones en hombres y animales (1872)” y supuso que las respuestas faciales humanas evidenciaban estados emocionales idénticos en todos los seres humanos.

Paul Elkman lleva más de 50 años estudiando las expresiones faciales de las emociones. Gracias a su trabajo en este campo, ha conseguido demostrar que estas expresiones son universales y no fruto de la cultura social en la que nos desarrollamos. (Si te interesa saber más sobre esta investigación puedes leer esto)

A partir de ahí surge la tesis que afirma que existen 4 emociones centrales: el miedo, la ira, la tristeza y la alegría, de las que emanan todas las demás (aprensión, inquietud, desasosiego, angustia, susto, nerviosismo, enojo, resentimiento, odio, furia, celos, pena, aflicción, soledad, desaliento, nostalgia, gozo, euforia, satisfacción, placer, éxtasis, amor, sorpresa, desconcierto, desprecio, asco, culpa, dolor, vergüenza…)

Además de las emociones están los estados de ánimo que perduran más en el tiempo que las anteriores. Uno puede tener un arrebato de ira, sin embargo es difícil que durante todo un día pueda mantener ese estado emocional. Es más probable que a lo largo del día esté enfadado, por ejemplo, o irascible, ése sería su estado de ánimo.

Por tanto, una emoción, se diferencia de un estado de ánimo en la intensidad con que se muestra y el tiempo que dura su manifestación. A mayor intensidad y menor tiempo estaríamos hablando de una emoción.

Por otra parte, tenemos también nuestro temperamento, esto no es una emoción, sino la tendencia a mostrar determinadas emociones y estados de ánimo, lo que hace que seamos personas más o menos tímidas, divertidas, melancólicas, gruñonas… El temperamento lo definiría nuestra predisposición emocional.

Llegados a este punto, ¿qué es una emoción y para qué sirve? Una emoción es una respuesta innata y universal ante un estímulo y sirve para avisarnos del impacto que dichos estímulos tienen en nosotros.

Esa respuesta implica pensamiento, sentimiento y acción. Todas las emociones tienen una función adaptativa, otra cosa diferente es cómo canalizamos su energía. Las emociones están ahí para ayudarnos a seguir evolucionando.

Como dice Elsa Punset, con las emociones nos comunicamos, alcanzamos metas, aprendemos, convivimos, creamos, pensamos y tomamos decisiones. Por lo tanto, las emociones guían nuestro comportamiento.

Veamos un poco de cada una de estas emociones centrales:

El miedo surge cuando pensamos que no controlamos la situación, esto puede llevarnos a un estado de ansiedad. El miedo nos muestra dónde podemos mejorar y la pregunta es ¿cómo podemos hacerlo?
La ira surge como un volcán cuando alguien ataca nuestra identidad. Es un mecanismo de defensa. ¿De qué nos debemos proteger o qué debemos fortalecer?
La tristeza se muestra ante una pérdida y su función es provocar un estado de ánimo que facilite la introspección y nos permita llorar esa pérdida o una esperanza frustrada, analizar la situación y, una vez recuperemos la energía, planificar un nuevo comienzo. La tristeza nos pide tiempo para recuperarnos.
La alegría favorece la celebración de algo que hemos conseguido.

A lo largo del día, diferentes emociones nos invitan a bailar. Aquí tienes unos pasos para empezar:

1.     Reconoce su ritmo, ¿cómo se manifiesta físicamente en ti?
2.     Acepta su invitación, así podrás liberar energía.
3.     Escucha su música, ¿qué te dice?
4.  Comienza a bailar, para canalizar esa energía en función del mensaje descifrado. Fíjate en tu movimiento y encuentra la armonía.

¿Nos ponemos los zapatos de baile?

 “No hay guerra sin tregua, no hay amor sin celos ni posesión sin desvelo. No hay alegría sin tristeza, deseo sin espera ni luz sin sombra. Por ello, cada vez que salimos al mundo, aunque regresemos con un pequeño fajo de logros y alegrías, no faltarán las cornadas, decepciones y tristezas que asesta la vida.” – Elsa Punset.

Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.

martes, 29 de abril de 2014

La libertad de elección

“Ser o no ser, esa es la cuestión” y es una cuestión de elección. Como seres humanos que somos tenemos una gran capacidad, la capacidad de elección y no sólo tenemos esa capacidad sino que, además, somos libres de elegir, sin embargo, el victimismo surge en nuestras vidas en cuanto nos descuidamos,  como si fueran los demás los que guían nuestras vidas y nos olvidáramos de que nosotros somos los dueños y tenemos el poder, el poder de decidir.

Las elecciones que hacemos a lo largo de nuestra vida son las que nos definen, las que nos hacen ser o no ser…

Podemos pasar por la vida de puntillas, en modo automático, reaccionando a los acontecimientos como si fuéramos robots o podemos tomar conciencia de que existe un espacio entre el estímulo y la respuesta en el que reside nuestra libertad de elección.

Podemos pasar nuestra vida atendiendo lo urgente y dejando de lado lo importante. Podemos pasar sin más, pero también podemos vivir, experimentar, equivocarnos, aprender, crecer, evolucionar.

En ocasiones necesitamos que sea la propia vida quien nos de un toque de atención, quien nos diga: ¡DESPIERTA!, ¿es este el tipo de vida que quieres vivir? Generalmente darse cuenta de que no es lo que quieres duele y angustia, sin embargo esa “colleja” te espabila y te ayuda a ver lo que verdaderamente necesitas.

Puede que eso que necesitas implique grandes cambios para ti, alejarte de aquello que hasta ahora ha formado parte de tu vida. Si es así, no será fácil, probablemente tampoco rápido. Tienes la oportunidad de elegir y, afortunadamente, también el poder para hacerlo. Gracias a ese poder tienes en tu mano la posibilidad de reinventarte.

Podemos provocar los cambios en nuestra vida, a veces necesitamos una “llamada de atención”, sin embargo, si estamos dispuestos a pagar el precio del cambio podemos coger el timón y marcar el rumbo. ¿Cuál quieres que sea el tuyo?

Verdaderamente este poder de elección implica una gran responsabilidad. Asumir esa responsabilidad requiere dejar de culpar a los demás de nuestra situación, dejar de excusarnos en las circunstancias y atrevernos a cambiar a pesar de ellas. ¡Todo un reto!

¿Por dónde empezar? Recuerda que tienes libertad de elección.

¿Qué necesitas para atreverte?

“La historia del hombre libre nunca está escrita por el azar sino por la elección: su propia elección.”- Dwight D. Eisenhower.

Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.

domingo, 30 de marzo de 2014

¿Conflicto o combate?

Cada uno de nosotros es un mundo en si mismo, somos lo que somos. “Yo soy así”, habrás oído más de una vez…, “y no voy a cambiar”.

Nadie puede cambiar a los demás, sólo cambiarán si ellos quieren hacerlo.

Según Gregory Bateson y Robert Dilts, lo que somos está conformado por diferentes variables como son el entorno en el que nos movemos, el comportamiento que adoptamos, las habilidades que tenemos y desarrollamos, nuestras creencias y valores, nuestra identidad más terrenal y nuestro aspecto transpersonal (nuestra alma).

Todas esas variables se interrelacionan entre sí dando como resultado lo que somos hoy en día. Esas combinaciones son las responsables de generar personas más o menos afines entre sí a pesar de sus diferencias.

En ocasiones, esas diferencias son lo único que vemos en los demás. Fulanito es tal o cual. Nos centramos en eso que nosotros consideramos un defecto y comenzamos a juzgar cayendo en un pozo sin fondo. Nuestro discurso negativo nos lleva a un círculo vicioso que dificulta el entendimiento y, por tanto, la relación.

Sin embargo, cada uno se comporta como lo hace porque tiene motivos para hacerlo, no porque sea tal o cual. Cada uno se comporta como mejor sabe en cada momento para satisfacer sus necesidades.

Esto, inevitablemente, nos puede llevar a vivir diferentes conflictos a lo largo de nuestra vida. No obstante, gracias a nuestra flexibilidad podemos evitar que se conviertan en combates en los que sólo se gana si pierde el otro. Esa flexibilidad nos dará la perspectiva necesaria para reconstruir la realidad, nos aportará una visión más amplia que nos ayudará a ir más allá de las diferencias para construir un camino de salida al conflicto, en el que ambas partes ganen.

Por tanto, si somos conscientes del modo en que interactuamos con los demás, de nuestros recursos y de nuestra capacidad de decisión, podremos conseguir que un conflicto nos aporte más de lo que en un principio pensábamos.

Si ya estamos dentro de un gran combate, puede ser conveniente acudir a una tercera persona que medie para desbloquear la situación.

Pero no sólo entramos en conflicto con otras personas. En ocasiones también lo hacemos con nosotros mismos, cuando existen contradicciones entre lo que queremos hacer y lo que hacemos, entre lo que sentimos y lo que decidimos. En estas ocasiones son nuestros personajes los que entran en conflicto.

La estrategia de divide y vencerás te llevará directa al combate, sin embargo la de unirse y cooperar te permitirá, aprovechando las fortalezas de cada uno, construir el puente.

¿Qué estrategia eliges tú? ¿Los guantes de boxeo o la pipa de la paz?

“Los conflictos están en el origen de la evolución de los sistemas vivos. Es nuestra manera de abordarlos lo que los vuelve amenazantes o fecundos, fuentes de bloqueo, de destrucción o de evolución.” – Françoise Kourilsky.

Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.

viernes, 28 de febrero de 2014

A la Defensiva

¿Alguna vez te has parado a pensar en tu reacción ante una crítica?, ¿cómo la recibes?, ¿cuál es tu actitud en ese momento?

Tendemos a asociar la palabra crítica con algo negativo, sin embargo, a pesar de que su contenido pueda no gustarnos (habrá que ver qué es lo que nos toca la fibra, ya que ahí  es donde está el meollo de la cuestión) recibir una crítica es uno de los mayores regalos que quien la da nos hace, puede que sin saberlo siquiera.

Quien hace una crítica nos está dando feedback, información relevante para nuestro aprendizaje. Es verdad que hay muchas formas de hacer críticas, pero no es eso lo que estamos valorando, sino cómo las recibes tú.

Seguro que has experimentado esa sensación de disgusto en más de una ocasión, cuando alguien te hace un comentario que como una bala va directo a tu ego. ¿Qué es lo que haces en ese momento?, ¿qué pasa por tu mente? Aunque no lo expreses y te lo calles, ¿qué está produciendo ese pensamiento en ti?, ¿dirías que estás escuchando o estás pensando en cómo responder para ganar la batalla?

Si es así como lo estás viviendo, como si fuera un combate en el que sólo puede haber un vencedor, entonces estarás limitando tu capacidad de aprendizaje y serás tú el perdedor. Tu ego se habrá apoderado de ti, estará decidiendo por ti, y hará que actúes en “piloto automático” perdiendo el control.

Si la vives como una amenaza, te pondrás a la defensiva, cerrarás tu mente y pasarás al ataque a continuación como si tu supervivencia dependiera de ello, cegado por el ego.

¿Dónde está la amenaza?, ¿en descubrir alguna de tus debilidades?

Imagina, por un momento, cómo sería lo contrario. Es decir, cómo sería ESCUCHAR la crítica abiertamente, hasta el final, en silencio, también mental, para poder reflexionar sobre su verdad y, si no te gusta lo que la verdad esconde, buscar la alternativa para transformar esa verdad. ¿Cómo sería ahora tu respuesta?, ¿dónde está el foco aquí, en ti o en quien hace la crítica?

¿Qué aprendes, tanto de la crítica, como de tu actitud?

¿Cuál va a ser el primer paso de tu transformación?

“La comunicación defensiva te lleva a la discusión. El ego se siente amenazado por el feedback negativo y castiga al mensajero.” – Stephen R. Covey.

Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.

viernes, 31 de enero de 2014

Retroalimenación

Retroalimentación o “feedback”: echar una mirada hacia atrás para aprender, bien de forma autodidacta, bien con la ayuda de los demás, de nuestro comportamiento o rendimiento.

¿Qué necesitamos para tener un buen feedback? Información clara, concreta y concisa que nos ayude a mejorar, que haga énfasis en el comportamiento y no en el individuo. Puede incluir los aspectos a mantener, si seguimos haciéndolo así (¿qué concretamente debemos seguir haciendo así?) iremos por el buen camino. Los aspectos a mejorar, si centramos nuestra atención en ellos podremos ir definiendo unas competencias deseables para el éxito de nuestros proyectos y, para finalizar, los aspectos a eliminar, aquellos que es mejor que cambiemos por otros que nos faciliten el camino, o simplemente desechemos.

Cuando tenemos un grado de consciencia muy elevado de nosotros mismos, y del impacto que causamos en los demás, podemos hacer este ejercicio sin problema, aunque una visión externa nos puede dar otro enfoque muy enriquecedor.

En ocasiones nuestras emociones hacen que sintamos que nos comportamos de un modo determinado y, sin embargo, nuestra “puesta en escena” no está mostrando al público todo lo que nosotros creemos que ven. Si esto fuera así, tener el feedback de ese público, cliente, colega, colaborador, sería maravilloso ya que afectaría positivamente a nuestra autoestima y seguridad haciendo que nos sintamos más confiados y mostremos una mejor versión de nosotros mismos, con las consecuencias positivas que esto tendría, no sólo para nosotros sino también para nuestros receptores.

Imaginemos que es al revés, que creemos que lo estamos haciendo mejor de lo que realmente lo hacemos, ¿cuál sería aquí el beneficio de un buen feedback? Sin duda nos ayudaría a llegar al nivel que nosotros queremos tener y, de nuevo, esto tendría consecuencias favorables.

Ahora bien, ¿cómo recibimos ese feedback? Esta es una cuestión muy importante. ¿Escuchamos lo que tienen que decirnos, asimilamos el contenido e integramos aquello que  consideremos de ayuda o cerramos la mente, nos ponemos a la defensiva y empezamos a justificar nuestros actos, haciendo caso omiso de la información valiosísima que acabamos de recibir (aunque sea negativa)? ¿Lo vivimos como un regalo o como un ataque?

Que la información sea un regalo, no quiere decir que incorporemos todo aquello que nos hayan dicho, únicamente lo que esté alineado con nuestra esencia y nos ayude en el camino. El regalo consiste en un nuevo punto de vista que nos proporciona un campo de visión mayor, nuevas perspectivas que podíamos no haber tenido en cuenta. Nos ayuda a tomar conciencia y por lo tanto a aprender y a seguir evolucionando. Así pues, un buen feedback juega un papel muy importante en nuestra evolución.

¿Qué ocurre si nuestro entorno no nos da feedback? Estará limitando nuestro aprendizaje y nuestra capacidad de mejora. No obstante, conviene tener en cuenta que hay gente que no se siente cómoda haciendo este ejercicio y eso podría tener como consecuencia una información poco fiable, poco sincera.

Es importante distinguir la verborrea del feedback. Generalmente la primera hace hincapié sobre el individuo y tiende a juzgar.

¿Podemos pedir feedback? ¡Por supuesto! Haz preguntas claras, concretas y concisas sobre los comportamientos o rendimientos que quieras evaluar. Decide a quién pedirlo y ¡adelante!

“Feedback is the breakfast of champions” - Ken Blanchard.

Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.