Las
emociones, tan misteriosas que, a veces, incluso nos cuesta identificarlas.
Cuando
alguien nos pregunta cómo nos sentimos tendemos a decir “muy bien”, “bien…” o,
“bueno, vamos tirando…”, puede que en alguna ocasión hasta nos atrevamos a
decir “maaal” pero, ¿qué se esconde detrás de esa respuesta? No estoy diciendo
que tengamos que contarle a cualquiera cómo nos sentimos realmente, pero otra
cosa somos nosotros.
¿Eres
sincero contigo mismo acerca de lo que sientes o tiendes a engañarte, a
camuflar tus emociones?
Para
poder identificar las emociones, primero hemos de conocerlas. ¿Qué es una
emoción? Quiero dejar a un lado las definiciones farragosas que nos encontramos
en la bibliografía dedicada a este tema.
Charles
Darwin en sus estudios sobre la evolución prestó atención a “La expresión de
las emociones en hombres y animales (1872)” y supuso que las respuestas
faciales humanas evidenciaban estados emocionales idénticos en todos los seres
humanos.
Paul
Elkman lleva más de 50 años estudiando las expresiones faciales de las
emociones. Gracias a su trabajo en este campo, ha conseguido demostrar que estas
expresiones son universales y no fruto de la cultura social en la que nos
desarrollamos. (Si te interesa saber más sobre esta investigación puedes leer
esto)
A
partir de ahí surge la tesis que afirma que existen 4 emociones centrales: el miedo,
la ira, la tristeza y la alegría, de las que emanan todas
las demás (aprensión, inquietud, desasosiego, angustia, susto, nerviosismo,
enojo, resentimiento, odio, furia, celos, pena, aflicción, soledad, desaliento,
nostalgia, gozo, euforia, satisfacción, placer, éxtasis, amor, sorpresa,
desconcierto, desprecio, asco, culpa, dolor, vergüenza…)
Además
de las emociones están los estados de ánimo que perduran más en el
tiempo que las anteriores. Uno puede tener un arrebato de ira, sin embargo es
difícil que durante todo un día pueda mantener ese estado emocional. Es más
probable que a lo largo del día esté enfadado, por ejemplo, o irascible, ése
sería su estado de ánimo.
Por
tanto, una emoción, se diferencia de un estado de ánimo en la intensidad con
que se muestra y el tiempo que dura su manifestación. A mayor intensidad y
menor tiempo estaríamos hablando de una emoción.
Por
otra parte, tenemos también nuestro temperamento, esto no es una
emoción, sino la tendencia a mostrar determinadas emociones y estados de ánimo,
lo que hace que seamos personas más o menos tímidas, divertidas, melancólicas,
gruñonas… El temperamento lo definiría nuestra predisposición emocional.
Llegados
a este punto, ¿qué es una emoción y para qué sirve? Una emoción es una
respuesta innata y universal ante un estímulo y sirve para avisarnos del
impacto que dichos estímulos tienen en nosotros.
Esa
respuesta implica pensamiento, sentimiento y acción. Todas las emociones tienen
una función adaptativa, otra cosa diferente es cómo canalizamos su energía. Las
emociones están ahí para ayudarnos a seguir evolucionando.
Como
dice Elsa Punset, con las emociones nos comunicamos, alcanzamos metas,
aprendemos, convivimos, creamos, pensamos y tomamos decisiones. Por lo
tanto, las emociones guían nuestro comportamiento.
Veamos
un poco de cada una de estas emociones centrales:
El
miedo surge cuando pensamos que no controlamos la situación, esto puede
llevarnos a un estado de ansiedad. El miedo nos muestra dónde podemos mejorar y
la pregunta es ¿cómo podemos hacerlo?
La
ira surge como un volcán cuando alguien ataca nuestra identidad. Es un
mecanismo de defensa. ¿De qué nos debemos proteger o qué debemos fortalecer?
La
tristeza se muestra ante una pérdida y su función es provocar un estado
de ánimo que facilite la introspección y nos permita llorar esa pérdida o una
esperanza frustrada, analizar la situación y, una vez recuperemos la energía,
planificar un nuevo comienzo. La tristeza nos pide tiempo para recuperarnos.
La
alegría favorece la celebración de algo que hemos conseguido.
A
lo largo del día, diferentes emociones nos invitan a bailar. Aquí tienes unos
pasos para empezar:
1.
Reconoce
su ritmo, ¿cómo se manifiesta físicamente en ti?
2.
Acepta
su invitación, así podrás liberar energía.
3.
Escucha
su música, ¿qué te dice?
4. Comienza
a bailar, para canalizar esa energía en función del mensaje descifrado. Fíjate
en tu movimiento y encuentra la armonía.
¿Nos
ponemos los zapatos de baile?
“No hay guerra sin tregua, no hay amor sin
celos ni posesión sin desvelo. No hay alegría sin tristeza, deseo sin espera ni
luz sin sombra. Por ello, cada vez que salimos al mundo, aunque regresemos con
un pequeño fajo de logros y alegrías, no faltarán las cornadas, decepciones y
tristezas que asesta la vida.” –
Elsa Punset.
Si quieres que hablemos, pídemelo aquí.
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