Si
no te respetas a ti mismo, ¿quién lo va a hacer por ti?
Si
no te quieres a ti mismo, ¿quién lo va a hacer por ti?
Estamos hablando
de tu autoestima. Tómate el tiempo que necesites para
responder y/o para descubrirlo de ahora en adelante.
¿Qué
necesitas para confiar en ti?
¿Qué
te ayuda a sentirte más fuerte, más seguro de ti mismo?
¿Qué
te ayuda a sentirte a la altura de las circunstancias?
¿Qué
hace que te respetes a ti mismo? ¿Y a los demás?
Cuando
te sientes seguro de ti mismo, ¿qué estás haciendo?
¿En
qué momentos sientes que te apoyas a ti mismo?
¿En
qué situaciones sientes que la gente te entiende?
¿Cuándo
te interesas por ti mismo?
¿Quién
sientes que se preocupa por ti?
Empezaremos por el
respeto, a ti mismo y a los demás. Fíjate
en que cuando te sientes satisfecho por algo que has hecho generalmente es
porque te sientes valorado y respetado, fundamentalmente por el juez que llevas
dentro, sin importarte tanto lo que opinen los demás.
Sentirse valorado comienza, sin duda, por uno mismo, y
eso, entre otras cosas, va a depender de tus habilidades para responder
correctamente a las diferentes situaciones que se te presentan. Tus creencias tienen un papel protagonista a la hora de mostrar y desarrollar esas
habilidades.
Seguro
que has oído hablar de la asertividad, pero ¿de qué manera te puede ayudar la
asertividad a mejorar tu autoestima?
Según
Olga Castanyer en “La asertividad,
expresión de una sana autoestima”, asertividad
es la capacidad de autoafirmar los propios
derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás.
Para
poder trabajarla es necesario identificar correctamente cuál es el obstáculo
que nos está impidiendo expresarnos como quisiéramos y cuáles son los elementos
circunstanciales que rodean dicho obstáculo y contribuyen a ponernos la
zancadilla.
La
asertividad se manifiesta tanto verbal como no verbalmente.
Verbalmente estos
son los aspectos en los que puedes empezarte a fijar:
· Cómo manifiestas tu propia opinión en
una situación determinada.
· Cómo expresas un razonamiento para
explicar/justificar tu opinión, sentimientos o necesidades.
· Cómo pones de manifiesto la presencia de
un problema que consideras debe ser solucionado.
· Cómo pides algo cuando es necesario.
· Cómo pides aclaraciones si tienes dudas
sobre algo.
· Cómo expresas emociones como gratitud,
afecto, admiración…
· Cómo expresas emociones como
insatisfacción, dolor, desconcierto…
¿Lo
haces como te gustaría? ¿Qué puedes mejorar para la próxima vez?
Cuando
nos comunicamos de forma asertiva, las manifestaciones no verbales están
en consonancia con el contenido verbal. Nos referimos, por ejemplo a la postura,
la expresión facial y la entonación que adoptamos bien
cuando hablamos, bien cuando callamos. Podemos fijarnos en:
· Cómo es nuestra mirada al
interlocutor, ¿lo evitamos, lo miramos de forma directa y agresiva o
simplemente mantenemos un contacto visual frecuente y relajado? En este último
caso estaremos siendo asertivos.
· Nuestra expresión facial es
el espejo del alma. Muestra nuestro estado emocional, si comprendemos o no lo
que está ocurriendo, nuestra actitud. ¿Es acorde con lo que quieres transmitir?
· Nuestra postura corporal.
Indicará cómo nos sentimos y cuál es nuestra actitud frente a un tema. Muy
relacionada con la mirada.
· Los gestos. Cuando nos comunicamos
de forma asertiva serán desinhibidos y espontáneos.
· Cómo transmitimos el mensaje:
volumen de voz y tono en consonancia con el menaje que se quiere transmitir,
sin intimidar pero con seguridad. Fluidez, claridad y velocidad adecuada.
Las
personas tendemos a comportarnos de una u otra manera pero no lo hacemos
siempre igual.
Somos
humanos, tenemos sentimientos y somos imperfectos. A veces nos equivocamos.
¿Aprendemos de nuestros errores? He ahí la cuestión.
La conducta
asertiva se aprende, es cuestión de entrenamiento, de ensayo y error. Si
quieres, puedes. Si necesitas ayuda, pídela.
“Amarse a sí mismo es el comienzo
de un idilio que durará toda la vida.” – Oscar
Wilde.
¿Quieres que hablemos? Pídemelo
aquí.